Magnífica. Hacía años que había perdido el impulso de aplaudir al término de una película. Con ésta, a pesar de la desazón, del malestar, de la rabia, de la incertidumbre que Allen me hizo sentir (sobretodo a partir de la última hora de metraje), las manos se me iban.

Sí, la comparación con "Delitos y Faltas" es inevitable, pero se agradece volver a ver ese otro lado oscuro del cinismo del director: lejos de las bromas y los juegos de palabras inteligentes pero amables, encontramos su cinismo agrio, pérfido y egoísta.
Mucha tensión y al mismo mucha distancia. No sabes si lo que pasa está bien o mal, si tú lo harías o no, por qué ha llegado a eso, qué ha pasado en el camino.

Sería como la vida misma, salvando el despliegue de riquezas y esnobismo que marca el auténtico punto de referencia de la película: hasta dónde hay que llegar para tener todo lo que quieres. La vida es un juego duro y hay que pelear mucho.

Inteligente y brillante, pero me tomaré unos cuantos años para volver a verla. El partido fue magnífico, pero me pareció muy duro.