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Voto de Migue Muñoz:
7
Drama. Comedia. Fantástico Una muñeca hinchable de tamaño natural vive en un modesto piso de Tokio. Es la única compañía de su solitario amo, un hombre de mediana edad. Él le habla, la baña y le hace el amor cada día cuando vuelve del trabajo. Sin embargo, esta rutina se rompe cuando, de repente, la Muñeca Hinchable cobra vida y con ella un alma. Acaba de nacer y no entiende lo que ocurre a su alrededor, aunque se da cuenta de que existe otro mundo más allá de ... [+]
31 de agosto de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Koreeda atraviesa itinerarios de sensibilidad y humanismo sin agotar su temática de fondo, arriesgándose con cautela y con convicción con cada nueva película. Ocurrió cuando pasó de “Maboroshi no hikarien” a “After life”, y tan sólo eran sus dos primeras obras de ficción. Una ficción que tiene, a parte de otras cualidades, el fascinante vínculo entre lo popular y lo melancólico. Quizás, con “Air Doll” estas facciones de su cine estén menos latentes que nunca, ya que su adaptación del manga “La figura neumática de una chica” de Yoshiie Gouda nos explicita la manera de planificar y trabajar la puesta en escena de un director que, más allá de su clase para buscar la mirada sencilla que no para de fascinar, sí que se encierra en un tempo dilatado que tiene mucho que ver con la narrativa de la historieta y la animación japonesa.

Hombre de mediana edad. Parafilia sexual a través de una muñeca hinchable que no sólo está para ser fuente predominante de placer a través de la cópula, sino para intentar combatir la falta de compañía sentimental. Y un arranque de historia arriesgado y poco común en Koreeda, ya que se toma poco tiempo en ir al meollo de la cuestión, a él no le importa que la muñeca cobre vida repentinamente (es una excusa), ni que esa rapidez sea inquietante y obviamente siniestra: la sensibilidad de Pinocho mezclada con cierta dosis inquietante de la madre de todas los estados mentales psicóticos en el cine, esa película de Hitchcock que acaba de cumplir 50 años. Por pocos segundos, las cosas no parecen lo que van a ser: lirismo y pura languidez.

Cabe resaltar que la metáfora termina siendo obvia demasiado pronto, y facilona. El paisaje de desolación emocional que se va entretejiendo entre algunos personajes, no ya secundarios, sino casi con función de extras, cuya aparición parece más acorde al muestrario de estados anímicos en un videoclip antes que dentro de la narratividad de un largometraje, gira en torno a la falta de vida que muchos cuerpos vivos de la sociedad actual parecen sufrir. La falta de aliento, estímulo y las frustraciones continuas los van caracterizando. Pero sí en películas como “Chunking Express” (Wong Kar-Wai, 1994) esa multiplicidad recaía en tres o cuatro personajes, aquí los perfiles se multiplican en un espacio demasiado cerrado. Un riesgo que crea algo de confusión pero que está hecho con convicción lírica.

“Air Doll”, con esa muñeca hinchable insuflada en vida por Doona Bae, establece un nexo de comunicación interesante con la interpretación del dueño de esa otra muñeca hinchable del cine reciente, “Lars y una chica de verdad” (Craig Gillespie, 2007), por parte de Ryan Gosling, y nos habla de la muerte en vida y de un estado anímico tan lírico y doloroso como la languidez.
Migue Muñoz
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