La frescura narrativa, la espontaneidad de los diálogos y el interés intrínseco de la trama apoyan el guión de F. Truffaut sobre la base sólida de la credibilidad.
Y el excelente quehacer cinematográfico lo eleva hacia la peana de lo artístico.
Cotidiana, íntima y profunda, la historia penetra en el recóndito perfil psicológico de los personajes. El cineasta francés sabe imprimir vitalidad en cada lance, en cada situación y en cada escena para profundizar en los detalles que conviene.
Y se adorna con una narrativa brillante, con un desarrollo original y con admirable elocuencia.
F. Truffaut demuestra su solvencia para que la pantalla se cubra con la nieve de ese mundo entrañable y personal que H. James había dejado escrito en sus textos.