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Voto de Trevize:
8
2004
Ronald D. Moore (Creador), Glen A. Larson (Creador) ...
7.9
13,384
Serie de TV. Ciencia ficción. Aventuras
Serie de TV (2004-2009). 4 temporadas. 74 episodios. Hace cuarenta años que las doce colonias en las que se reparte la humanidad fueron atacadas por unas criaturas robóticas, los cylons, que desaparecieron poco después. Ahora han reaparecido nuevos cylon, biológicos, más devastadores y con intenciones más malignas. Para ello tienen infiltradas entre las filas humanas a varios de sus androides más peligrosos, algunos de los cuales ... [+]
11 de noviembre de 2007
32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mis 32 años puedo "fardar" de haber visto, aunque siendo un crío, la vieja serie de los setentaylargos, con Dirk Benedict (el equipo-A) como Starbuck y Richard Hatch como Apolo. De niño me gustaba por el simple hecho de basarse al 80% en los combates espaciales y, a grandes rasgos, por ser muy infantiloide. Hoy en día produce risa de lo cutre que se ve absolutamente todo, empezando por los Cylon de hojalata y los uniformes Colonial, que parecían sacados de una fiesta de disfraces del colegio, con esa capita, los broches y tal.
El remake actual, obviamente, le da seis mil patadas. Se nota que hay pasta de por medio porque la puesta en escena, la producción, los efectos especiales...en fin, todo lo visual y auditivo, por así decirlo, brilla con luz propia. Los actores, sin ser la rehostia, aportan sobriedad y rigor a sus interpretaciones. Quizá hubiese cambiado Edward J. Olmos por alguien con más garra, teniendo en cuenta que su papel es nada menos que el de jefazo militar de todo el tinglado, pero vaya, uno se acaba acostumbrando. En síntesis, se nota que los actores no se lo toman a cachondeo, lo cual es de agradecer, teniendo en cuenta los tiempos que corren.
Más cosas. Me gusta la cámara. Se mueve constantemente, aunque sin la epilepsia galopante de Bourne Ultimatum. En las escenas de naves, anecdóticas dicho sea de paso, los zooms dotan al asunto de un realismo pocas veces visto en una película de combates espaciales (léase Star Wars ep. III, por ejemplo, donde la sensación de estar contemplando un videojuego ultrasaturado cromáticamente es total y absoluta).
El audio es impecable. Y se hace particularmente original en las escenas de espacio, donde ni ruge tan a lo bestia como podría suceder en...yo que sé...Star Trek (por no repetirme) ni intenta ser fiel a la realidad (ausencia de sonido), como en 2001. Se ha elegido un término medio, un sonido atenuado, suave, que sorprende, descoloca (e incluso jode) al principio, pero que acabas valorando como una característica totalmente genuina y necesaria de esta serie.
Los personajes están muy trabajados, derrochando personalidad: Starbuck, una (sí, he dicho "una") chulapiscinas-marimacho de reacciones violentas, Apolo, rígido y disciplinado como un palo, pero con pinceladas de vulnerabilidad, Tigh, borracho hijoputa, la presi, una tía que inspira serenidad nada más atravesar cualquier umbral, Baltar, un cretino egocéntrico, pedante y esquizofrénico...y encima los conceptos del bien y del mal no están muy bien definidos, la ética y la moral son realmente ambiguas en esta serie y los personajes cruzan la delgada línea roja sin parar.
En cuanto a los capítulos, y ya termino, ofrecen una variedad argumental más que suficiente para mantener el interés del personal, con abundantes "continuará", giros inesperados y no apartándose de la trama central de la serie, en definitiva, el hilo conductor principal, que no es necesario desvelar.
Muy recomendable y muy grata.
El remake actual, obviamente, le da seis mil patadas. Se nota que hay pasta de por medio porque la puesta en escena, la producción, los efectos especiales...en fin, todo lo visual y auditivo, por así decirlo, brilla con luz propia. Los actores, sin ser la rehostia, aportan sobriedad y rigor a sus interpretaciones. Quizá hubiese cambiado Edward J. Olmos por alguien con más garra, teniendo en cuenta que su papel es nada menos que el de jefazo militar de todo el tinglado, pero vaya, uno se acaba acostumbrando. En síntesis, se nota que los actores no se lo toman a cachondeo, lo cual es de agradecer, teniendo en cuenta los tiempos que corren.
Más cosas. Me gusta la cámara. Se mueve constantemente, aunque sin la epilepsia galopante de Bourne Ultimatum. En las escenas de naves, anecdóticas dicho sea de paso, los zooms dotan al asunto de un realismo pocas veces visto en una película de combates espaciales (léase Star Wars ep. III, por ejemplo, donde la sensación de estar contemplando un videojuego ultrasaturado cromáticamente es total y absoluta).
El audio es impecable. Y se hace particularmente original en las escenas de espacio, donde ni ruge tan a lo bestia como podría suceder en...yo que sé...Star Trek (por no repetirme) ni intenta ser fiel a la realidad (ausencia de sonido), como en 2001. Se ha elegido un término medio, un sonido atenuado, suave, que sorprende, descoloca (e incluso jode) al principio, pero que acabas valorando como una característica totalmente genuina y necesaria de esta serie.
Los personajes están muy trabajados, derrochando personalidad: Starbuck, una (sí, he dicho "una") chulapiscinas-marimacho de reacciones violentas, Apolo, rígido y disciplinado como un palo, pero con pinceladas de vulnerabilidad, Tigh, borracho hijoputa, la presi, una tía que inspira serenidad nada más atravesar cualquier umbral, Baltar, un cretino egocéntrico, pedante y esquizofrénico...y encima los conceptos del bien y del mal no están muy bien definidos, la ética y la moral son realmente ambiguas en esta serie y los personajes cruzan la delgada línea roja sin parar.
En cuanto a los capítulos, y ya termino, ofrecen una variedad argumental más que suficiente para mantener el interés del personal, con abundantes "continuará", giros inesperados y no apartándose de la trama central de la serie, en definitiva, el hilo conductor principal, que no es necesario desvelar.
Muy recomendable y muy grata.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por ahora todo parece cojonudo, ¿verdad? Pero ¡ah! hay algo que me sorbe el coco y me produce sudorosas pesadillas a lo Ripley. ¿Porqué hay tantas y tantas cosas de la vida real y actual en una serie de colonizadores espaciales que utilizan naves que saltan al hiperespacio? La gente usa TELÉFONOS para hablar (y me refiero a teléfonos estilo años 80, pero sin el disco de marcación), emplean lámparas flexo de escritorio rollo IKEA con bombillas de 100w de la ferretería de al lado, nombres de pila anglosajones (William, Laura, Lee...), metralletas Heckler & Koch (marca austríaca) que disparan balas (no rayos láser ni descargas de plasma) que ni siquiera se han molestado en "tunear" con lucecitas inútiles o algo, la ropa civil es totalmente contemporánea y terráquea (americanas, corbatas, zapatos, trajes de ejecutiva, etc) y, en fin, la lista sigue. Llevo dos temporadas y aun no sé el porqué de estos parecidos. No me atrevo a calificarlos como fallos porque puede que haya una explicación convincente a todo esto cuando acabe la serie, pero de momento molestan bastante.
Quizá otro aspecto negativo sea el architrillado recurso de la máquina que se parece al hombre hasta el punto de no poder distinguirse la una del otro. El replicante, la persona artificial, el cyborg o como quiera llamársele, la consecución última de la evolución de la robótica: el parecido perfecto con el ser humano. Obviamente es un recurso necesario, en el caso de Galáctica, para que los Cylon no se limiten únicamente a ser unos enormes y temibles robots metálicos que liquidan personas y puedan interactuar fácilmente con humanos infiltrándose de mil maneras posibles, lo cual dota al show de un interés del que adolecía la serie homónima de los setenta.
Quizá otro aspecto negativo sea el architrillado recurso de la máquina que se parece al hombre hasta el punto de no poder distinguirse la una del otro. El replicante, la persona artificial, el cyborg o como quiera llamársele, la consecución última de la evolución de la robótica: el parecido perfecto con el ser humano. Obviamente es un recurso necesario, en el caso de Galáctica, para que los Cylon no se limiten únicamente a ser unos enormes y temibles robots metálicos que liquidan personas y puedan interactuar fácilmente con humanos infiltrándose de mil maneras posibles, lo cual dota al show de un interés del que adolecía la serie homónima de los setenta.