“Desde que se desbordó el río Pecos jamás había visto tanta suciedad.”

El director italiano Enzio Barboni presenta su segundo Spaghetti-Western en el que también realiza el guión de esta producción. El film fue un gran éxito que lanzó a la fama a la pareja Spencer-Hill.

La historia empieza mostrándonos a Trinidad (Terence Hill) acostado sobre una cama que ha preparado sobre su caballo (llamado Travois), con el que ha atravesado el Oeste yendo a parar a un pueblo donde, por casualidades de la vida, se encuentra con su hermano de Sheriff, al cual andan amenazando los hombre del Mayor. El niño (Bud Spencer) anda suplantando la identidad del auténtico Sheriff hasta que lleguen dos ladrones compañeros suyos que tienen planeado dar un golpe en California. El Mayor quiere dominar el Valle en el que viven los agricultores que trabajan con sus propios animales, entre los que se forma la mayor manada de caballos que se haya visto. Si el Mayor se hiciese con el control de esas tierras, habrían problemas y los vigilantes vendrían, cosa que El niño estará dispuesto a evitar porque sino descubrirían que no es el autentico Sheriff del pueblo. Además cree que los agricultores se han esforzado mucho como para que ahora pierdan todo lo que han construido allí. Ahora, con la llegada de su hermano y conociendo que vaya donde vaya, siempre habrán problemas y altercados, El niño teme que sus planes no salgan como él espera, encontrando además en su hermano a alguien que no le hará demasiado caso.

En cuanto al reparto, buenas interpretaciones de Terence Hill encarnando a Trinidad, uno de los pistoleros mas rápidos del Lejano Oeste, excesivamente gandul y ligón, pero bondadoso. Trinidad destaca por ser una persona muy sucia, que pasa de lavarse y viste con atuendo descosido, sucio, roto y maloliente. Bud Spencer encarna a Niño, un granuja peor que su hermano, de carácter gruñón y también de rasgos desaliñados, y que no parecerá tan malo como aparenta ser.

Buena historia que mezcla western y comedia de forma entretenida y agradable, que no aburre en ningún momento. Destacar que Le llamaban Trinidad tuvo un gran éxito en taquilla por aquel entonces, lo que impulsó a hacer nuevas secuelas de este aclamado film.

Los paisajes que se muestran en la película son los típicos de una película del Oeste, donde vemos el pequeño pueblo con casas semidestruidas, el típico antro alcohólico donde se juega a las cartas y el valle donde están los agricultores mormones construyendo un nuevo hogar en el que instalarse.

Buena música compuesta por Franco Micalizzi que nos acompañará en varios momentos del film, transmitiéndonos ese ritmo tan ameno con el que transcurre toda la película y con un ritmo pegadizo que agrada.