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Voto de SCuenca:
8
7.6
117,561
Drama
Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre (Barbara Hershey), la rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las exigencias del severo director (Vincent Cassel) se irán incrementando a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión ... [+]
27 de febrero de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es muy diferente el sabor de boca que se me ha quedado viendo “Cisne Negro” que cuando vi en su día anteriores obras de Darren Aronofsky como: “El luchador”, (2008) “La Fuente de la vida” (2005) o “Requiem por un sueño” (2000) entre las más destacadas. Digo esto -no como factor negativo- porque es un director que me gusta y que pese a que aún no lo tengo en un pedestal junto a otros flamantes realizadores, considero que es un hombre que sabe crear buen cine, de ese que como se dice “marca la diferencia”. Porque hasta el momento, Aronofsky ha hecho un cine libre, independiente, capaz de entrar por los ojos con facilidad y atrapar al espectador con su peculiar crudeza para contar unas historias que lo hacen único.
Es inevitable hacer comparaciones entre “Cisne Negro” y sus anteriores obras en caso de haber sido visualizadas, porque las hay. En particular entre “El luchador” (2008) y “Réquiem por un sueño” (2000). De la primera podemos encontrar ese parecido en la forma de filmar algunas escenas, en la que veremos a la protagonista desde una perspectiva de cámara que la sigue desde detrás suyo, mostrándonos planos de su espalda. Respecto a la segunda, hay que destacar la metáfora visual que ya vimos reflejada en el brazo de Harry Goldfarb y que en “Cisne Negro” vemos que la fijación se traslada a la espalda, que la protagonista se rasca constantemente.
Si en su anterior film Aronofsky nos contaba una historia sobre los mitos pasados y el tiempo perdido, en esta ocasión, la trama se centra en la autodestrucción progresiva que sufre la bailarina de una compañía de ballet, llamada Nina (Natalie Portman), que tras darse a conocer que la anterior danzarina de la obra “El lago de los cisnes” ha sufrido un accidente, intentará hacerse con el papel de Cisne Blanco y Cisne Negro, el cual requiere de una bailarina que pueda interpretar a ambos personajes. Tarea nada fácil para Nina, puesto que no pose esa personalidad oscura que se requiere para poder interpretar al Cisne Negro.
Un reparto excelente del que sobresale la actuación de Natalie Portman (“My Blueberry Nights” 2008) realizando una interpretación magistral. Se nota y mucho, que Portman se ha preparado mental y físicamente para interpretar a Nina, una chica obsesionada con que Lily (Mila Kunis) quiere quitarle el papel de Cisne Negro por no estar capacitada para interpretarlo. La verdad, se me quitan los prejuicios de “niña mona” que tenía de esta actriz al ver que realiza una interpretación totalmente diferente a lo visto por ejemplo en Star Wars (Ep. I, II, III). Vincent Cassel da vida a Thomas Leroy, el director de la compañía de ballet de Nueva York. Es un hombre déspota en cierta medida en lo que se refiere a cómo trata a Nina para que adquiera las capacidades necesarias para convertirse en Cisne Negro.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
Es inevitable hacer comparaciones entre “Cisne Negro” y sus anteriores obras en caso de haber sido visualizadas, porque las hay. En particular entre “El luchador” (2008) y “Réquiem por un sueño” (2000). De la primera podemos encontrar ese parecido en la forma de filmar algunas escenas, en la que veremos a la protagonista desde una perspectiva de cámara que la sigue desde detrás suyo, mostrándonos planos de su espalda. Respecto a la segunda, hay que destacar la metáfora visual que ya vimos reflejada en el brazo de Harry Goldfarb y que en “Cisne Negro” vemos que la fijación se traslada a la espalda, que la protagonista se rasca constantemente.
Si en su anterior film Aronofsky nos contaba una historia sobre los mitos pasados y el tiempo perdido, en esta ocasión, la trama se centra en la autodestrucción progresiva que sufre la bailarina de una compañía de ballet, llamada Nina (Natalie Portman), que tras darse a conocer que la anterior danzarina de la obra “El lago de los cisnes” ha sufrido un accidente, intentará hacerse con el papel de Cisne Blanco y Cisne Negro, el cual requiere de una bailarina que pueda interpretar a ambos personajes. Tarea nada fácil para Nina, puesto que no pose esa personalidad oscura que se requiere para poder interpretar al Cisne Negro.
Un reparto excelente del que sobresale la actuación de Natalie Portman (“My Blueberry Nights” 2008) realizando una interpretación magistral. Se nota y mucho, que Portman se ha preparado mental y físicamente para interpretar a Nina, una chica obsesionada con que Lily (Mila Kunis) quiere quitarle el papel de Cisne Negro por no estar capacitada para interpretarlo. La verdad, se me quitan los prejuicios de “niña mona” que tenía de esta actriz al ver que realiza una interpretación totalmente diferente a lo visto por ejemplo en Star Wars (Ep. I, II, III). Vincent Cassel da vida a Thomas Leroy, el director de la compañía de ballet de Nueva York. Es un hombre déspota en cierta medida en lo que se refiere a cómo trata a Nina para que adquiera las capacidades necesarias para convertirse en Cisne Negro.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para ello utilizará métodos peculiares como el sexo para que aprenda las capacidades de seducción de las que carece. Gran papel de Cassel (“Ocean’s 12“, 2004) que se mueve como pez en el agua en este film del cual estoy muy seguro que no ha tenido que esforzarse mucho, dado que el rol de galán lo ha interpretado más de una vez.
Me ha gustado mucho un aspecto del cual remarco por encima del resto -incluidas las interpretaciones- y del cual veo que Aronofsky ha querido esmerarse al detalle en mostrar al espectador, que es: el ballet. Un mundo desconocido al que al director ha querido acercarnos, mostrándonos minuciosamente y al detalle todo el proceso tan duro y a su vez, elitista mundo. No ha escatimado en ofrecernos escenas en las que vemos, por ejemplo, un crujir de pies y dedos, el proceso de cómo moldean las zapatillas de ballet y las adaptan para hacer danza, o los procesos respiratorios sobre el control del diafragma que tienen que realizar las bailarinas. En este aspecto, también me ha recordado mucho a otra película titulada “Carros de Fuego” (1981) en la cual se ven estos pequeños detalles imperceptibles a veces, pero muy importantes y que pocas veces se dignan a representar en un film.
No me olvido ni mucho menos de la música que predomina en la película compuesta por Clint Mansell (“Moon“, 2009) colaborador habitual de Darren Aronofsky en sus films y que para la realización de la BSO de “Cisne Negro” ha tenido que trabajar con algunas piezas compuestas por Tchaikovsky para adaptarlas al film modificándolas y dándoles un toque personal añadiendo mas suspense y confusión. Independientemente de la BSO, también puedes escucharse otros temas realizados por The Chemical Brothers como son: “Danka Jane”, “Electric Hands” y “The Nina Frequency”.
Aún así, siendo una película bastante completa teniendo lo que he mencionado, hay espacio para añadirle ese toque de thriller psicológico que aprecio y que se esta convirtiendo en una merecida variante del thriller por excelencia más auténtico, voraz e imprevisible, y que aquí va a juego con la película. Porque la protagonista está expuesta a una alta presión para no hacerlo mal y porque tiene la oportunidad única de realizar algo al alcance de pocos. No sabremos si debido a esa presión ejercida sufre delirios o son fruto de la realidad y el acoso para que fracase. Eso sí, hay que de decir, que Aronofsky se desenvuelve muy bien en esta faceta de crear lo que yo denomino un “terror surrealista”.
Esperemos pues, que por el bien de todos, el director estadounidense siga produciendo un cine tan original, fabuloso y lleno de dilemas morales no muy dispares de los acontecidos en la vida real. Aunque reitero que su “talón de Aquiles” es que sigue unos patrones bastante vistos y que no varían, pero que también a su vez, son su “sello personal”.
Me ha gustado mucho un aspecto del cual remarco por encima del resto -incluidas las interpretaciones- y del cual veo que Aronofsky ha querido esmerarse al detalle en mostrar al espectador, que es: el ballet. Un mundo desconocido al que al director ha querido acercarnos, mostrándonos minuciosamente y al detalle todo el proceso tan duro y a su vez, elitista mundo. No ha escatimado en ofrecernos escenas en las que vemos, por ejemplo, un crujir de pies y dedos, el proceso de cómo moldean las zapatillas de ballet y las adaptan para hacer danza, o los procesos respiratorios sobre el control del diafragma que tienen que realizar las bailarinas. En este aspecto, también me ha recordado mucho a otra película titulada “Carros de Fuego” (1981) en la cual se ven estos pequeños detalles imperceptibles a veces, pero muy importantes y que pocas veces se dignan a representar en un film.
No me olvido ni mucho menos de la música que predomina en la película compuesta por Clint Mansell (“Moon“, 2009) colaborador habitual de Darren Aronofsky en sus films y que para la realización de la BSO de “Cisne Negro” ha tenido que trabajar con algunas piezas compuestas por Tchaikovsky para adaptarlas al film modificándolas y dándoles un toque personal añadiendo mas suspense y confusión. Independientemente de la BSO, también puedes escucharse otros temas realizados por The Chemical Brothers como son: “Danka Jane”, “Electric Hands” y “The Nina Frequency”.
Aún así, siendo una película bastante completa teniendo lo que he mencionado, hay espacio para añadirle ese toque de thriller psicológico que aprecio y que se esta convirtiendo en una merecida variante del thriller por excelencia más auténtico, voraz e imprevisible, y que aquí va a juego con la película. Porque la protagonista está expuesta a una alta presión para no hacerlo mal y porque tiene la oportunidad única de realizar algo al alcance de pocos. No sabremos si debido a esa presión ejercida sufre delirios o son fruto de la realidad y el acoso para que fracase. Eso sí, hay que de decir, que Aronofsky se desenvuelve muy bien en esta faceta de crear lo que yo denomino un “terror surrealista”.
Esperemos pues, que por el bien de todos, el director estadounidense siga produciendo un cine tan original, fabuloso y lleno de dilemas morales no muy dispares de los acontecidos en la vida real. Aunque reitero que su “talón de Aquiles” es que sigue unos patrones bastante vistos y que no varían, pero que también a su vez, son su “sello personal”.