La película de "Simon Sandquist" empieza con un flashback que funciona como eje central para el contexto de la historia. Poco a poco, se van desvelando más piezas del puzzle que permite dar forma al porqué de la persecución del maníaco asesino.

El argumento central es un tópico del género de terror: un turbulento hecho del pasado vuelve a las vidas de unos jóvenes para cobrarse su venganza. En este caso, el pretérito que persigue a los protagonistas se personifica en la figura de un padre con hacha. A pesar de que la localización donde se desarrolla la cinta es un acierto y permite jugar al escondite con todas las oportunidades ofrecidas por las atracciones del parque, da la impresión de no haberlas explotado lo suficiente. De esta manera, no se genera tanta tensión y se abusa de los sustos repentinos.

Aunque no es tediosa, la cinta cae en algunas incoherencias. El contexto queda desdibujado, así como la relación con determinados personajes y los acontecimientos posteriores al suceso dramático. Además, el final resulta confuso y absurdo, sólo justificable si se pasa por alto toda lógica.

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