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Voto de Revista Contraste:
7
Comedia. Drama Provincia de Buenos Aires, fines del 2001. Un grupo de amigos y vecinos pierde el dinero que había logrado reunir para reflotar una vieja cooperativa agrícola. Al poco tiempo, descubren que sus ahorros se perdieron por una estafa realizada por un inescrupuloso abogado y un gerente de banco que contaban con información de lo que se iba a desencadenar en el país. Al enterarse de lo sucedido, este grupo de vecinos decide organizarse y ... [+]
29 de noviembre de 2019
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sebastián Borensztein adapta al cine La noche de la Usina, una novela de Eduardo Sacheri que relata la odisea de un grupo de vecinos de un pueblo de la provincia de Buenos Aires para recuperar el dinero que les estafaron aprovechando el llamado corralito argentino de 2001.

Según nos explica el protagonista al comienzo del film, en aquellas tierras, “gil” es el equivalente a la expresión castellana “pardillo” o “pringado”. Aunque no nos hubiese proporcionado el dato, hubiésemos llegado a esa conclusión de todos modos, ya que la presentación de los personajes, su descripción, la maravillosa interpretación de sus actores y la precisión con la que se retratan los distintos paisajes y escenarios en los que se mueven, nos hablan indudablemente de ese grupo humano tan común en cualquier sociedad: trabajador, solidario, receloso pero confiado ante los que percibe como más preparados que él, buen camarada y capaz de saltar cuando se le arrebata lo que de verdad importa.

El guion entreteje con habilidad la trama del engaño con el drama social de sus protagonistas. Y aunque experimenta algunos cambios de ritmo que entorpecen la tensión, no consiguen restar atención e interés y el espectador se ve recompensado, en muchos sentidos, cuando llega el final.

De todos modos, intrigas aparte, la mayor riqueza de La odisea de los giles son, precisamente, los propios giles y el mimo y cuidado con el que los realizadores consiguen meternos entre ellos.

Esta película nos ayuda a caer en la cuenta de que, cuando se habla de grandes estafas o millonarios casos de corrupción, lo que hay debajo son los pequeños sueños y proyectos de calderilla de la gente de a pie. Por ello, a pesar de que, en algunos momento,s los giles parezcan algo caricaturizados, la variedad y honestidad de los matices que les rodean los hace muy reales y cercanos, con elementos sencillos y eficaces como el anhelo, que todos tuvimos, de un móvil “con tapita”.

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Revista Contraste
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