Aki Kaurismäki presenta con 'Fallen leaves' una especie de cuento moderno que, en el pasado Festival de Cannes, se hizo con el Premio del Jurado. Es una historia completamente contemporánea, marcada con los ecos de fondo de la guerra en Ucrania, donde se narra el flechazo de una pareja de almas solitarias y los vaivenes y dificultades hasta reencontrarse.

En un contexto complicado, donde cada uno de los protagonistas lidia con sus conflictos personales, sus dificultades laborales o sus adicciones, el director finlandés consigue introducir un humor afilado que aligera el drama sin frivolizar. La teatralidad de la puesta en escena y la destreza actoral de Alma Pöysti y Jussi Vatanen inyectan esa dosis satírica que, por momentos, recuerda al tratamiento de Roy Andersson. Entre los pensados movimientos de cámara frente a una propuesta principalmente estatista, el film se nutre de detalles en cada plano y se desenvuelve en el minimalismo para expresar de forma orgánica la crítica, el amor, la ironía, lo dramático y lo entrañable.

En esta fábula de hojas caídas y de aparente desesperanza inicial, Kaurismäki infunde una cálida humanidad y unas ganas de vivir a través de la dignificación de unos personajes que no lo tienen fácil. Su resiliencia ante el infortunio para siempre volverse a levantar ofrece un espacio de reflexión y detenimiento ante problemáticas actuales, mientras deja abierta la puerta a la esperanza.

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