Compartimento nº6 traslada al espectador a un viaje desde Moscú a Múrmansk que es, a la vez, un viaje de conocimiento y autodescubrimiento. En un vagón, coinciden dos personas opuestas y, a primera vista, incompatibles: Laura, una chica estudiosa, tristona, seria y lesbiana, y Ljoha, un ruso que se deduce maltratado por la sociedad, que se presenta como borracho y peligroso.

Este inicio de pesadilla es efectivo en parte gracias a la fotografía, que encierra al público en un espacio claustrofóbico de manera que pueda percibir el agobio de la reclusión. Y lo hace acompañando la travesía con un clima invernal plomizo de fondo. En esos primeros instantes de convivencia, las fascinantes interpretaciones de Seidi Haarla y Yuriy Borisov son la clave para que estos roles excéntricos sean verosímiles.

El film requiere paciencia, pues tarda en coger ritmo y centrar su rumbo. Pero una vez se la concedes, no decepciona ni el interés que suscita el recorrido personal que propone ni el buen sabor de boca que deja al acabar.

Una vez llega al argumento principal, resulta inspirador el análisis que hace de la soledad y cómo, poco a poco, se va construyendo una extraña historia de amor de la que se desprenden algunos valores. Con sus más y sus menos, la cinta deja una sensación de calidez tras mostrar cómo, superando los prejuicios y los miedos a conocer y dejarse conocer, uno puede encontrar un gran apoyo en quien menos esperaba.

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