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España España · Madrid
Voto de dieterle:
7
Drama. Thriller Un ambicioso yakuza llamado Kenji que ha recibido una paliza por parte de un grupo mafioso rival, es ayudado por Chuji, un joven camarero de un bar musical, que despista a sus perseguidores, le cura las heridas y lo esconde en su casa. Pese a que Chuji también se dedica a vender la droga que los enemigos de Kenji le suministran, nacerá entre ambos un fuerte vínculo y Kenji sentirá por él algo más que amistad. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pope del “punki cinema” japonés, es uno de esos directores inclasificables, del que puedes esperar CASI CUALQUIER COSA, películas del género yakuza, chambaras psicodélicos o de corte clásico según el caso, adaptaciones de mangas populares, comedias marcianas de humor negro, películas de arte y ensayo, sanguinolentos monumentos Splatter , violentos gores, incluso películas poéticas y surrealistas. Con Blues Harp, realiza una película que podría circunscribirse en el género yakuza, aunque sin desistir de dinamitar el género con una propuesta en ocasiones convencional y en otros momentos rompedora e iconoclasta. El inicio de la película es algo desconcertante, comienza con un flash back tranquilo y evocador del protagonista para acto seguido sumergirnos en unos títulos de crédito de ritmo infernal y arrollador, donde mezcla dos secuencia paralelas con planos entrecortados, contrapicados, imágenes ralentizadas mezcladas con imágenes veloces. Todo parece indicar que nos vamos a encontrar ante otra de sus películas locas, perturbadas, desequilibradas. Pero poco a poco, la película va tomando ritmos narrativos más sosegados y convencionales.
Utilizando el género yakuza como telón de fondo, Miike nos cuenta la relación de estrecha amistad entre dos individuos desclasados, un yacuza de base que pretende llegar un día a ser un gran capo, y un músico de blues, que en su infancia fue abandonado por su madre criándose como un huérfano. Miike abandona un tanto el género gansteril para adentrarse en un estupendo retrato de estas dos personalidades que se conocen por un golpe de azar y rápidamente se comprenden, debido a sus carencias afectivas y a sus deseos de salir de la situación en que ambos se encuentran.
Maravillosa fotografía nocturna de Yokohama, garitos nocturno, conciertos de blues, noches lluviosas y melancólicas, restaurantes de comida rápida bañados en luz de neón, callejones vacios. En el último tercio de la película Miike vuelve a retomar otra vez el ritmo más acelerado para retornar a los clichés de género, rompiendo la película con un anticlímax brutal al cortar la última escena con un fundido en negro que anticipa otro flashback evocador y poético. ¿Final abierto? Ni mucho menos, más bien un cierre brusco que es otra de las características del estilo Miike.
Gran película, que decepcionará un poco a los fans del Takashi Miike más desaforado he ido de olla, y que también podrá resultar algo desesperante para los amigos de la narrativa convencional y las propuestas poco arriesgadas. Cine diferente, o lo tomas o lo dejas. A mí me encanta Takashii Miike, incluso me lo paso bien con algunas de sus bazofias más indefendibles.
dieterle
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