Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de zoquete:
8
Drama En Alemania, durante la semana de proyectos, al profesor de instituto Rainer Wenger (Jürgen Vogel) se le ocurre hacer un experimento para explicar a sus alumnos el funcionamiento de un régimen totalitario. En apenas unos días, lo que parecía una prueba inocua basada en la disciplina y el sentimiento de comunidad va derivando hacia una situación sobre la que el profesor pierde todo control. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Malditos fascistas (o comunistas, o capitalistas, o budistas, táchese lo que no proceda)! ¡Hijos de la gran puta! ¡Asesinos! ¡Ojalá pudiera estrangularos con vuestras propias vísceras! ¡Ojalá sintierais la misma humillación que inflingís!

Nosotros, por supuesto, somos mejores. Estamos vacunados contra el poder, contra la ira, contra la injusticia, y sabemos reconocer a nuestros semejantes como iguales, como mejores incluso, aunque nos irriten, aunque cometan errores. Sabemos mantener el control y no contradecirles, no dañarles. Tenemos todas las respuestas. Una de ellas es que quien ejerce la violencia merece ser escarmentado. Optamos por Corín Tellado y vivir en un mundo rosa.

¡Qué gusto ser juez, siendo parte! Predicar la armonía preservando nuestro papel de “buenos” por el mundo… ¿hay alguien que se resista a considerarse dotado de una especial iluminación para distinguir el “bien” del “mal”?
Pobre monstruos los nazis, tan empeñados en aniquilar judíos, homosexuales, tarados, sin darse cuenta que se estaban rebajando al peor nivel que les asignaría la historia.

Permitidme que me centre en uno sólo de los chicos de la película, que sintetiza mejor que ninguno el mensaje que he creído interpretar.

Recordad vuestros episodios infantiles más traumáticos, confusos sobre qué hacer para que os quisieran, os respetaran, os tuvieran en cuenta. Queríais tener la certeza de ser importantes, de estar llamados a hacer algo significativo en este mundo. Los demás no parecen darse cuenta. Te conviertes en un mendigo de afecto, de reconocimiento, aunque tengas que renunciar a algo de ti mismo, o a mucho, incluso a lo esencial…

Los otros son un terrible rasero y competencia. Algo nos dice que no somos menos que nadie, pero aceptar la realidad cuesta: los hay más guapos, más ricos, más simpáticos, más atléticos…

Uno decide entonces demostrar que destaca en algo, casi no importa en qué: “ser más astuto”, “más agresivo”, “más loco”… atreverse con lo que para los demás es impensable, tal vez ¿ caricaturizar al profesor? ¿escandalizar a las muchachas? ¿humillar al moro, al diferente? ¿trapichear con drogas? ¿blasfemar?

¿Qué hace un marginado para lograr su cuota de pertenencia a este mundo, para arañar unos instantes de reconocimiento, para gritar al mundo que él también existe, y que no soporta vivir sin que le distingan de aquella mierda que algún mal chucho ha dejado en el suelo?

Ansias de grandeza, vanidad herida, grito desesperado que clama por una existencia que contenga algo más que indiferencia. ¿Surgen así los mejores prodigios del alma humana y sus más terribles letrinas?

Al sufrir, al sentirse excluido, basta cualquier mano, cualquier mago, cualquier inepto que nos ofrezca un papel importante a desempeñar, un objetivo que nos haga imprescindibles. Nos entregamos a su predicamento, a su manipulación y esgrimimos cualquier arma, cualquier bomba haciéndola nuestro mejor aliado para conquistar la plenitud…
zoquete
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow