La película es una obra de arte subyugante. Es verdad que recuerda a muchas películas de gente como Polanski, De Palma, Argento, Kon, Powell y hasta pequeños retazos a lo Cronenberg, pero su ejecución es de una brillantez al alcance de pocos. Los actores están fabulosos, sublimes en especial Natalie Portman (merecidísimo Oscar) y la madre castradora Barbara Hershey (injusta no nominación). Los momentos de paranoia son absolutamente "mal-rollistas" y te dejan con una desazón terrible, pero además se combinan con segmentos tan elegantes como el baile que abre la función. Arrolladora fotografía artística de Matthew Libatique, genial uso de los espejos/colores e inquietantes apariciones de una Winona Ryder que promete volver para quedarse. Inmensa.