Me atrevería a asegurar, sin haber tenido el placer de leer el cómic/ novela gráfica de Bryan Lee O'Malley, que Scott Pilgrim vs. el mundo podría ser la mejor adaptación de un cómic a la gran pantalla. O al menos la que mejor recoge la esencia de este mundillo y la traslada con vida propia a lo que bien podría ser un cómic fílmico. No en vano, Edgar Wright, autor de Zombies Party y Arma Fatal, sabe combinar ese humor característico con la suficiente inteligencia para no hacer algo estúpido. Creo que en su campo es todo un referente en la actualidad y un director a seguir de cerca.

Scott Pilgrim es bastante especial, tanto que requiere predisposición previa del espectador ante lo que está a punto de ver, ya que es éste el que debe conectar con la historia y sus personajes. En un microcosmos tan particular como el que se nos ofrece, entiendo perfectamente que haya quien la repudie, no es para todos los gustos. Ya no sólo por el recurrido tema/homenaje al mundo de los videojuegos, sino por la narración elegida, rápida e impactante, sin respiro alguno. Tanto que dos horas casi se me pasaron como si fuesen media. No se cuando fue la última vez que me reí tanto con una película como con ésta, pero el grandioso momento que me hizo pasar no lo olvidaré, de eso estoy seguro.
La historia contada a modo de sinopsis no le haría justicia, lo interesante aquí es como se desarrolla, como la presenta y como, si logras conectar con dicha “rara avis”, la vives y disfrutas intensamente.
Es una película de extremos, de las odiadas o amadas, y tengo muy claro que con el tiempo será obra de culto, como lo es actualmente, por ejemplo, The Rocky Horror Picture Show. Por mi parte creo que queda claro en qué extremo me encuentro.