Como todo el mundo ya ha apuntado, y como la propia promoción de la película indica, "De tal padre, tal hijo" es una aguda y perturbadora reflexión sobre la paternidad y la educación. No obstante, lo que me llama la atención es cómo Koreeda vuelve a atraparnos con un planteamiento argumental enrevesado y casi inverosímil, con el que sin embargo empatizamos con suma facilidad. Es la misma sensación que ya experimenté en obras anteriores de este director ("Nadie sabe", por ejemplo, y especialmente "Air doll", sobrecogedora a pesar de una premisa argumental estrambótica). Una vez más, Koreeda se vale para ello de unas interpretaciones muy creíbles, de una manera fluida y muy directa de contar las cosas, y de una descripción de ambientes reconocible en cualquier lugar del planeta. Koreeda es un director universal tanto en su temática, como en su estilo.

Y es que todo el mundo saldrá de esta película preguntándose qué haría si tuviese que vivir una situación tan disparatada como la que aquí se presenta. Y esa pregunta encierra una carga envenenada de cuestionamiento de figuras esenciales de nuestra sociedad, como la familia y la educación de los hijos. El hombre despistado, cutre y menos refinado puede sin embargo ser el mejor padre, precisamente porque no entiende la paternidad como una obra personal en la que materializar su propio concepto de felicidad. La historia evoluciona con gran coherencia interna, y siempre podemos imaginar qué piensa o sufre cada personaje. A la vez, el film funciona muy bien como retrato social. La distinta manera en que se presenta a los abuelos (la severidad del padre del protagonista, la abuela jugando a la wii...) es una sugerente ilustración de la sociedad de hoy y de cómo nos enfrentamos al modelo de familia. Pero, sobre todo, "De tal padre, tal hijo" es un encendido canto a la libertad, a la educación entendida como la guía para que un hombre forje su propio destino.