Ghibli lo vuelve a lograr de la mano de un gran Miyazaki, que se despide por todo lo alto con una gran frase contenida en esta obra de arte, un trabajo muy bien realizado según la calidad a la que nos tiene acostumbrados el Señor Miyazaki, con cierto romanticismo extraño y explicito, dado que nunca lo logramos ver en sus historia y un cambio de protagonista también inesperado de acuerdo a la tradición de los héroes de sus películas.

Aun a pesar de todo lo nuevo que nos encontramos, se nos presenta una historia de crecimiento personal, y de las luchas individuales por lograr nuestro mayor impacto, muy recomendable para ver y apreciarla en cada uno de los detalles presentados; incluso a nivel histórico se vuelve un poco interesante el aspecto de la guerra, conociendo los usos del logro del protagonista se vuelve un apoyo subjetivo por parte del espectador para poder apreciarla y entender un país y su gente.

Ciertamente Ghibli junto con Miyazaki se retiran en un gran momento dejándonos grandes recuerdos y experiencias para todos, historias que disfrutaremos por su simplicidad del objetivo de cada héroe y por las sonrisas que dejaron en nuestros corazones.