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España España · Barcelona
Voto de reporter:
6
Drama Una mirada a la relación entre Maria Antonieta y una de sus lectoras durante los días finales de la revolución francesa. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras los fiascos ofrecidos a lo largo de la primera jornada por el cine hollywoodiense y hollywoodiense (y de cuyos títulos no hace falta acordarse), en la Berlinale tocaba depositar esperanzas en la Sección Oficial, que al fin y al cabo determinaría quién se llevaría este año el preciado Oso de Oro. El primer candidato a dicho galardón fue el francés Benoît Jacquot, que sin duda alguna forma parte del "resto del mundo" al que Mike Leigh (Presidente del Jurado en aquella ocasión de dicho certamen) invocó en la rueda de prensa de presentación en la Berlinale, en un claro grito en contra del cine de las majors norteamericanas. La inclasificable 'Villa Amalia', último trabajo hasta la fecha de Jacquot, debe servir para dar buena cuenta de esta condición de alternatividad.

Ahora, con 'Adiós a la reina' adopta un posado más clásico, aunque no en exceso, como bien demuestra el -discreto- uso en ciertos momentos del zoom y de la cámara al hombro. Aunque se transmita cierta de sensación de modernidad a través de los recursos mencionados, además de un gusto disimulado por el regusto que deja todo buen anacronismo (no se trata ni mucho menos de las famosas Converse de Sofia Coppola, pero por ahí parece que vayan los tiros en más de una ocasión), no hay que olvidar que el propósito principal obedece a motivaciones más, llamémoslas así, convencionales. Al fin y al cabo de lo que se trata aquí es de retratar por enésima vez la Revolución Francesa, pero no desde la óptica del incendiario pueblo, sino del bando opuesto. Estamos pues en la inconfundible opulencia de Versailles.

Allí se da una especie de triángulo lésbico no-declarado (por no-declarable a efectos prácticos) entre una sirvienta (sólido trabajo a manos de Léa Seydoux, nueva y bellísima musa del cine galo), una duquesa y la mismísima Maria Antonieta. Oh la la. Pero que no se agolpen los más morbosos ni los más salidos, ya que dicha relación sentimental a tres bandas es solamente el combustible -o excusa- que utiliza Jacquot para vagar por los pasillos de aquella maravillosa jaula de oro, suerte de burbuja a priori impenetrable (o esto querían creer sus ocupantes) en la que la mente humana podía desvincularse de cosas tan tontas como la realidad, convirtiéndose el sujeto en lo que son los personajes de esta cinta: fantasmas de lo que fue.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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