Con algo de recelo me puse a ver la película al ver como la crítica la había vapuleado, mi sorpresa fue mayúscula cuando me encuentro con una gran historia sobre la pobreza que rodea a un pequeño pueblo de Kentucky, una familia disfuncional y un joven con potencial que lucha por salir de ese círculo vicioso. 

Todo comienza cuando conocemos a Vance estudiante en la Facultad de Derecho de Yale, trata de conseguir un trabajo en un bufete de abogados para ganar dinero y pagar su matrícula. Es cuando le llama su hermana desde su pueblo diciéndole que tiene que venir urgentemente, ya que  su madre ha tenido una sobredosis de heroína. El futuro brillante por el que tanto ha luchado se ve en peligro por tener que regresar a casa.

Allí conoceremos a su madre adicta y la relación que tiene con su dos hijos, así como a una abuela luchadora que intenta sacar como puede a la familia adelante sin apenas recursos.

Solo con ver las actuaciones de Glenn Close y de Amy Adams merece la pena pasar frente al televisor las dos horas que dura el film. Creo que serán firmes candidatas a los Óscar del año que viene. El director Ron Howard nos muestra bien el poco futuro en el mundo rural en aquellas zonas pobres, exponiéndonos la falta de educación y perdida de empleos en esos pequeños pueblos.

La guionista Vanessa Taylor recoge las memorias de J.D. Vance publicadas en su libro y puede ser que la película se vea como un dramón insustancial con momentos melodramáticos exagerados, pero a mí me ha parecido una realidad sobre la pobreza, marginalidad, las drogas y sus impactos generacionales y como destruyen la parte emocional, social y económica de estas personas que se ven en un callejón sin salida.
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