Stargate, puerta a las estrellas (título original: simplemente, Stargate) de Roland Emmerich, película estadounidense de 1994.

Emmerich (alemán de nacimiento, 1955) suele ser etiquetado por la crítica y buena parte del público como "director palomitero" en referencia a que sus obras, supuestamente, son ligeras en cuanto a guion y calidad y solo las ve eso que se viene en llamar el Gran Público para entretenerse un rato (entiéndase la idea de comer palomitas despreocupadamente mientras se visiona una cinta olvidable). Es el autor de "taquillazos" como Independence Day, El día de mañana, El patriota, Godzilla, Soldado universal, etc. Todos ellos podrían ser descritos con lo comentado antes.

Entro por tanto en el debate pues yo discrepo, no únicamente en el caso concreto de Emmerich, sino en la idea de fondo de que todo lo que sea entretenido sin un mensaje profundo, necesariamente es poco valorable.
Por el contrario, entretener a la gente ha sido siempre uno de los objetivos del Cine, distraerse, olvidar los problemas, pasar un rato divertido y tener la sensación de que no se ha perdido el tiempo. Y el llamado Cine de aventuras ha existido siempre, con películas, eso sí, buenas, malas y regulares. Porque entretener no es tan fácil, ni mucho menos. Muchas películas lo han intentado con muy poca eficacia pero no es el caso de Stargate, película muy bien hecha técnicamente y con una historia que se sigue con enorme facilidad por todo tipo de públicos. Es diversión sin más pretensiones.

No es tan sencillo transmitir emoción, sentimientos, ideas altruistas y crear una narración sin desniveles. En las más de dos horas de Stargate apenas hay bajones o momentos vacíos. Hay auténticas obras maestras que los tienen y siguen siendo fabulosas. No es justo tener dos varas de medir.

No acepto las críticas destructivas de quien directamente desprecia el Cine de aventuras como tal. Hay puristas que desprecian cualquier película ci-fi solo por no cumplir los cánones "hard" del género, alejarse del rigor científico o tomarse la libertad de fantasear, si procede. El Cine es arte y eso conlleva libertad creativa. Tampoco tiene nada de malo querer divertir a la gente. Los que tenemos muchas películas vistas hemos disfrutado de vaqueros e indios, de guerreros y personajes de todas las épocas, de héroes y heroínas, de animales y seres inventados protagonistas, de grandes paisajes, de misiones arriesgadas, de sueños...

Stargate es cine de evasión. Con su parafernalia futurista, sus tiros y explosiones, sus momentos de emoción y riesgo, con sus buenos y malos, con imaginación.

El éxito de Stargate generó una saga que todavía continuará, de series de televisión, muchas, más que interesantes, que explotan la idea básica que da pie a la película de Emmerich, tener una puerta (más o menos redonda, de aspecto alienígena) que es capaz de transportar lo que sea a mundos distantes del Universo. Eso permite todo tipo de aventuras con seres (a poder ser belicosos o que den problemas) de otros mundos.

Efectivamente, las interpretaciones no son de gran talla actoral. Ni James Spader, ni Kurt Russell ni los demás ofrecen grandes registros pero son eficaces en su cometido de desarrollar a sus personajes dentro de la historia.

En definitiva, una película duramente machacada por mucha gente que a muchos nos gusta reivindicar.