Entretenida intriga ligera bañada en el almíbar de una comedia inteligente y cuya guinda es la ambientación muy lograda en una NY de finales de los 30.

Es una intriga simpática, algo inesperada y resuelta con simpatía y algo de precipitación. No pasa nada: te lo pasas tan bien que lo disculpas.

Esta vez la ciudad de NY no tiene el protagonismo al que nos acostumbra Allen, ni siquiera su queridísimo Brooklynn destaca. Igualmente la única referencia al jazz es la suave música que nos acompaña durante el metraje. ¡Qué buena ocasión para haber metido algo!

Sin embargo las otras constantes de Allen sí que aparecen:
Sus diálogos (y monólogos), alocados, pesimistas y llenos de guiños sexuales.
Las constantes elucubraciones sobre las relaciones sentimentales y matrimoniales, su sentido, el pesimismo, el cinismo aparente ante el amor romántico...
Las menciones del psicoanálisis, aquí, se derivan a la hipnotización.

Se mezclan con soltura y en su punto justo la intriga, la comedia romántica y el punto cómico de Allen ejerciendo de monologuista de humor.

Sin embargo, esta vez los diálogos ingeniosos no dejan la huella de otras películas y el film, aunque bien confeccionado, se queda en un divertimento ingenioso pero intranscendente. Aunque muy superior al resto de cartelera de cualquier plataforma, eso sí.

Un placer inocente.