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España España · Barcelona
Voto de Manu_el_Ruiz:
1
Drama Adaptación de la novela homónima (ganadora del Premio Planeta) de Antonio Skármeta. Es una historia de amor, amistad y venganza, que se desarrolla en la época del establecimiento de la democracia en Chile, concretamente en el momento en el que se decreta una amnistía general para todos los presos sin delitos de sangre. A pesar de ello, Ángel Santiago (Abel Ayala), un joven soñador y valiente, ha decidido vengarse de los abusos sufridos ... [+]
22 de agosto de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de asistir al penoso espectáculo que me ha parecido en todo su conjunto “El baile de la Victoria”, donde algunos de los elementos básicos de una película han confluido aquí para pertrechar este penoso espectáculo, comenzando por esa especie de guion, la interpretación, la música y sobre todo la dirección (ayudado por el montaje).

Sin conocer la novela, me baso en este guion absolutamente ridículo y primario, donde parece que sus personajes/elementos básicos se convierten en estrella, en perjuicio de la coherencia y la definición de la historia. Centrado en los protagonistas, nos cuenta sus penas y sus miserias, dejando de lado otras conexiones en el desarrollo de la trama, donde personajes secundarios aparecen y desaparecen de la manera más absurda cuando son una baza importante en el progreso de la historia.

La interpretación es de pena, comenzando por Abel Ayala con esas maneras de niño grande, inocente, soñador y bienintencionado, que lleva hasta la desmesura, y esa Miranda Bodenhofer perennemente angustiada y perdida, incapaces de ser controlados por un director que sólo se preocupa en filmar una película llena de pretendida poesía, apoyándose en una estética vacua que en ningún momento consigue integrar en la historia. Los pocos intentos de alegoría política quedan difuminados por la incompetencia del guion y la dirección. Trueba filma el peor cine. Encuadra sus planos llenándolos de rostros bobos que quieren parecer llenos de emoción, y planifica encadenando esos planos para convertir en ridículo lo que pretende ser sensibilidad. La música colabora en la simpleza de ciertos momentos al llenar con sones infantiles esas escenas que componen unos “santos inocentes” que los bienintencionados actores quieren transmitir y no pueden porque el guión se lo ha negado.

Sirva como ejemplo de tontería el título de la novela/película, con ese “la” antes de Victoria. O vulgariza a la protagonista o pretende ensalzar una victoria que en todo momento no deja de ser una derrota.

Pésimo cine de aparatosa visualidad y vacío contenido, o sea, anticine en estado puro.
Manu_el_Ruiz
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