A todos los que nos gusta el cine, nos ronda una idea por la cabeza. Todos queremos experimentar y crear nuestra propia película para deleite personal.
Nos compramos la cámara de vídeo digital, nos hacemos con el programa de ordenador oportuno para el montaje de imagen y sonido, escribimos nuestro guión en el "Word", e intentamos convencer a los amigos o familiares para que se pongan en nuestras manos, cuales actores improvisados.
Digamos que todo está planteado y nos encontramos con la moral por las nubes para comenzar con nuestro proyecto...
Pero comienzan los problemas; los amigos no ven tan natural como tú eso de hacer una película... los familiares mucho menos.
Sólo cuentas con un sobrino dispuesto a ser la gran estrella de tu film. Tienes que ajustar tu guión a dos personas, el sobrino y tú mismo. Con lo cuál poco se puede aprovechar de tu gran guión.
Los exteriores son otro problema. Da cosa ponerse en medio de la calle a grabar... ¿qué hacemos? una película que tenga como escenario el campo; que los lunes en la tarde estamos libre y allí no hay nadie. Pero claro, se te quitan las ganas. Qué coño de película voy a hacer en el campo con el niño como único protagonista... así que como acto final, solo podemos hacer 3 cosas;

1º. Olvidar la película.

2º. Montar la cabecera del vídeo de comunión del niño y la cabecera del vídeo de año nuevo en casa de tu hermana (para apaciguar el mono de director).

3º. Acordarte de toda la familia de Rupert Wainwright por contar con actores, exteriores y presupuesto, y tirarlo todo por la borda, ofreciéndole al mundo una bazofia como "Terror en la niebla". ¡Qué peliculón hubiese sido en mis manos!