Descubrí esta pequeña obra gracias a las referencias que la película "12 monos" hace de ella, al utilizar (Plagiar, copiar, inspirar; elijan el verbo que más les guste) gran parte de su argumento (Si bien es cierto que los temas centrales varían). Aunque había visto el citado filme, tuve la suerte de que anteriormente al visionado de este cortometraje no conocía más que el nombre y su supuesta relación con el filme de Terry Williams; ni había tampoco leído críticas hacia la cinta.

De esta forma pude asistir sin demasiados prejuicios a su visionado (Cuánto daño hacen las alabanzas a la mayoría de las obras) y pude degustar su sabor sin esperar nada previamente de él. ¿Conocéis la sensación de tener la vista velada y que os den a probar una comida, supuestamente al azar de entre muchas otras, y que esa comida sea un delicioso chocolate? Salvando distancias sensoriales, sentí entonces algo parecido a lo que acabo de describir.

No me extenderé en aspectos formales que ya han sido desarrollados por otras críticas anteriores, así que poco más me queda por decir que dos breves reflexiones finales. Una es; después de medio siglo de haberse pensado semejante historia y tales imágenes, y con todo lo que hemos creado en imágenes visuales… ¿Cómo puede seguir causando una impresión tan extraordinaria?

Y como han dicho antes y todo segundo visionado deja patente (especifico esto, porque a muchos nos habrá pasado que al hallarnos la primera vez vírgenes al respecto del contenido y la historia de la cinta, así como en el idioma en que se narra, nos hemos centrado más en no perdernos los detalles de ella que en comprender otros aspectos), el tema central es, con absoluta seguridad, una de las historias de amor más hermosas de la historia del arte.