Uno de los largometrajes del género más crepusculares que podrás ver. En una de las frases de uno de sus protagonistas lo define claramente: este país se hace viejo y yo me hago viejo con él.

Todos los personajes tienen sus luces y sombras independientemente del lado de la ley en que se encuentren. Uno es un héroe romántico, bandido y asesino admirado por el pueblo llano que se resiste a vivir bajo unas leyes dictadas a favor de los terratenientes. El otro vive atormentado por verse en la obligación de hacer cumplir unas leyes que él mismo en su día no acato, y tener que enfrentarse a quien en el pasado era su amigo, sentimientos y obligaciones se enfrentan en su interior.

Aquí cada disparo es mortal, cada herida sangra, cada golpe duele.

En el aspecto técnico hay planos de gran belleza de esos que se te quedan en la retina, yo me quedo con la escena del jinete a caballo que se ve reflejado en un pequeño lago y al fondo solo hay oscuridad.

Y para rizar el rizo, el final, un disparo a sangre fría al espectador que a más de uno dejará clavado en la butaca o en el sillón de su casa.