Parece mentira que Angelina, embajadora de ACNUR, se haya metido en una película que, independientemente de lo MALA que es, dé una imagen tan lamentable y alejada de la realidad de lo que es la cooperación internacional y las personas que trabajamos en ella. Por no mencionar el desprecio por las comunidades beneficiarias mostrado en escenas como la del niño, exhibido como un mono en una fiesta para promover la recaudación por mala conciencia en lugar de la implicación por ética y justicia. La idea de la ONG trayendo armas para la guerrilla con los suministros para su proyecto (¡¡y en vehículos de la ONU, ni más ni menos!!) es tan absurda que me habría caído del sofá de la risa, si no hubiera estado tan cabreada.

Espero que al menos no la haya visto mucha gente...