Lost Girl es algo así como una mezcla moderna de viejos cuentos celta/nórdicos (aunque el folcklore de mitos presentados se expande a nivel global) dentro de un envase teenager de poca efervescencia. Ésto último juega a favor y en contra.

Lost Girl quiere que la juegues de local, que sientas ese mundillo repleto de fenómenos que entran y salen de un bar/posada/taberna hasta que el espectador mismo encuentre su propio asiento. Sus cartas son simples: amenidad, simpatía y desenfado. Es la serie que, cual osito de peluche favorito, la guardamos en nuestra habitación y siempre le damos una ojeada para ver como van las cosas.

Personalmente no me ha bastado. Al finalizar la segunda temporada di por concluida mi aventura personal por esos pagos. La familiaridad que desprende la serie me ha servido como soporte, pero las bajadas abruptas de tensión en los capítulos, sumado a los escenarios ultra limitados por las deficiencias económicas me jugaron en contra. La falta de climax, de tensión dramática, me desmoronó el interés. Es una serie que hace del aspecto lúdico su principal motor, y ha funcionado porque va por seis temporadas, pero su férreo posicionamiento de correr siempre detrás de las grandes ligas acabó por hartarme. Una pena. Me voy masticando bronca.