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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
7
Thriller. Intriga La víspera del día de Acción de Gracias y a petición de un colega, un prestigioso psiquiatra infantil neoyorquino visita a una joven que sufre trastornos inexplicables y tiene un violento historial. Tras un examen poco satisfactorio, regresa a casa con su familia. Pero, a la mañana siguiente, ocurre algo que lo mantendrá vinculado al caso. (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni una palabra es una de esas pelis que rebalsan rabia y tensión por partes iguales. Cumple en tanto thriller, pues recordemos: thriller significa tensión, sensación extrema. La obra de Fleder condensa muy bien esas experiencias sin apartarse jamás de su envase genérico, con todos los clichés y recursos formales manidos habidos y por haber. No obstante, yo insisto: si algo está bien hecho, me forreo en aquellas apreciaciones elitistas de muchos críticos, esos que alaban las "cosas raras" más o menos hechas por sobre las fórmulas conocidas bien planteadas.

Pero vamos a la peli, puede desgranarse con mucha pasión: en principio tiene un aire, sin llegar a caer de lleno, a obra coral. Tanto personaje dando vueltas, generando secuencias paralelas...cuando la peli todavía no se encarrilaba, allá por los veinte minutos iniciales, todo parecía un tanto caótico. Luego la cosa se fue organizando, con típicas precisiones policiales, y ganó en volumen sin apartarse jamás de su eterno adorno pasatista. Aquí si quiero detenerme, puesto que por momentos es tal la "superficie" (no superficialidad) de la trama que si intentas agudizar un poco los sentidos la ensalada puede saber insípida. Pero es una sensación que nos exige como espectadores a tomar una distancia prudencial.

Cada personaje cumple, ninguno se pasa pero ninguno destaca tampoco. No hay desarrollo de caracteres salvo, curiosamente, el de uno en particular: la agente de policía. Su papel es anecdótico, pero son sus principios éticos los que la hacen resaltar en contrapartida con un Sean Bean (el eterno enemigo) que carece de ellos.

Pareciera que las balas van destinadas a un montón de temáticas (el pasado, el sacrificio, el amor paternal) sin abrazarse a ninguna. El resultado es una obra intensa y efímera. Otra forma, una de las tantas, de hacer cine.
Juan Rúas
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