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Argentina Argentina · mendoza
Voto de nahuelzonda:
7
Serie de TV. Documental El autor Michael Pollan presenta esta serie que explora la historia y el uso de los psicodélicos, incluidos el LSD, la psilocibina, el MDMA y la mescalina.
17 de julio de 2022
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Importante docuserie, que revela datos fidedignos acerca de las investigaciones actuales en el campo de la conciencia humana y que está narrada con sobriedad expositiva. Cinematográficamente es un poco plana y reiterativa pero es un trabajo de divulgación bastante honesto, con información valiosa y datos certeros.

La palabra Psicodélico es un neologismo acuñado a mediados del siglo XX por una serie de investigadores que buscaban una nueva taxonomía en el campo de la psicofarmacología. Este término, que quiere decir “revelar la psique o “manifestar la mente", se usó para designar una serie de compuestos, derivados de ciertas plantas, utilizados desde tiempos inmemoriales por infinidad de culturas, que las consideran, aun hoy, medicamentos sagrados. Estos embriagantes, que producen efectos particulares en la conciencia y en la percepción de la realidad, facilitan una exploración profunda en el vórtice de nuestras realidades más íntimas y ocultas, y nos permiten descubrir la asombrosa dinámica de nuestra vida interior.

LSD, Mescalina, Psilocibina, Ayahuasca, DMT, Amanita Muscaria, THC, Salvia, Datura, MDMA (Éxtasis), MDA, STP, DPT, son algunos de sus nombres. Algunos son tan antiguos como la humanidad misma y otros son hijos nuevos de la reciente civilización. Muchos de ellos, han permanecido junto a la humanidad por milenios; perennes, inmutables, aliados perpetuos del hombre, que lo guían y acompañan en ese viaje increíble, inabarcable e infinito que es la vida del alma.

Pero, el uso que se le dio a estos compuestos en la década del sesenta difería con creces a los de otras civilizaciones. La salvaje experimentación con psicodélicos fue una muestra de que la sociedad occidental carecía de un marco de contención filosófico y espiritual para utilizar estos compuestos. Las emergencias en la salud, y las incontables dificultades que ha traído el uso irresponsable de estos fármacos (pánico, flashbacks, etc.), han generado una reacción desfavorable por parte de un gran sector de nuestra sociedad, que ha llevado a instaurar absurdas políticas de prohibición y persecución. Esta condena social, nos priva de las que probablemente sean, las herramientas más adecuadas para la exploración de nuestro psiquismo.

Los dogmatismos y las petulancias políticas, no permiten construir nuevos marcos legales que amparen el estudio y la investigación rigurosa con psicodélicos. Los gobiernos deberían retirarlos del mercado negro, asumiendo el deber estatal de regularlos, brindando información fidedigna. Las campañas prohibicionistas antidroga no deberían utilizar a estos como chivo expiatorio, demonizándolos y condenando a cualquier tipo de usuario a la marginalidad del consumo ilícito. De este modo los gobiernos no fomentarían la inseguridad, el narcotráfico, el crimen y la corrupción.

Una sola sesión de psicodélicos con dosis alta es suficiente para despertar nociones, intuiciones e introvisiones tan penetrantes como un viaje de madurez de años (casi, como envejecer en cápsulas y brebajes, en horas, adquiriendo, por qué no, cierto coraje, delicados miramientos, infinitos matices) Sin dudas, los psicodélicos son insuperables como agentes catalizadores de procesos internos. Son infatigables, no terminan de revelarse nunca.
La experiencia inefable que propician genera un estado de pavor metafísico: hay una trama, una especie de código inmanente que sostiene el libreto de todo lo que existe. Debajo de la malla ilusoria de la realidad hay un nexo, un alfabeto inconsciente y consistente que determina los sucesos. La osamenta del alma. La carne de los dioses. La escritura invisible. Un espacio donde todo está ordenado de modo inescrutable y pavoroso. Uno es la representación de lo Otro. La agonía de la vigilia nos revela el psicodrama de los dioses. No una sola deidad, no un flujo primordial ni una energía elemental sino un nuevo orden semántico. Figuras retóricas impensadas. La vida como sueño. La realidad como un retablo olvidado, el fragmento de un naufragio anacrónico en un repliegue infernal.

Creo, sin más, que los investigadores de la conciencia humana estamos apoyados sobre una baranda dorada que nos encamina promisoriamente a un futuro inestimable. Se trata de un futuro, con destellos de inextricable lucidez. Ni más ni menos que La Psicología del Futuro, que no debería soslayar a la psicoterapia convencional, aunque amplificaría sus marcos más allá de lo apenas imaginable. Los psicodélicos son la vanguardia, la vía regia, el camino real, la lente amplificadora y la herramienta particular, privativa y esencial de los actuales psicopompos: esos que ofrecemos la guía incondicional que acompaña el alma del iniciado (que todo paciente o usuario de psicoterapia lo es) hacia las pantanosas ciénagas de la renovación.

Enhorabuena Netflix, por estos trabajos.
nahuelzonda
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