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Voto de José Miguel:
8
Comedia. Drama. Romance Isaac Davis, un neoyorquino de mediana edad tiene un trabajo que odia, una novia de 17 años a la que no ama y una ex esposa lesbiana a la que desearía estrangular, porque está escribiendo un libro en el que cuenta las intimidades de su matrimonio. Cuando conoce a Mary, la sexy y snob amante de su mejor amigo, se enamora perdidamente de ella. La idea de dejar a su novia, acostarse con Mary y abandonar su trabajo supone para él el ... [+]
23 de julio de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Allen actor empieza Manhattan confesando que fumar le hace más interesante. No esperes ver a Allen recurriendo constantemente al truco de encender un cigarrillo para aguantar un primer plano alargado en el tiempo, Allen como actor no lo necesita, da la talla a su personaje sin ardides de ese tipo.
No solo Allen desarrolla su personaje con tino, Keaton, Murphy, Streep, están espléndidos. En cambio Mariel Hemingway queda al descubierto ante actrices y actores que andan sobrados de recursos. Ella tiene un perfil muy plano en pantalla sin a penas cambios en sus gestos. Su elección no fue acertada ya que ni siquiera representa la edad del personaje, algo no achacable a ella.
En Manhattan Allen muestra al espectador con entretenimiento, ironía y diálogos ingeniosos el rol masculino tan acervado en el hombre que incluso en estos personajes de cierta cultura no se escapan. El egoísmo en cuestión de pareja, su inestabilidad emocional, el infantil corporativismo de los hombres en materia mujeres. Todo ello con la comicidad nada grosera que sabe manejar Allen tanto como coguionista, director y actor.
En Manhattan, Allen, no consigue mostrarnos la isla con la luminosidad que hace tan creíbles las ciudades donde rueda, con esa luz tan natural que nos podemos encontrar al salir de nuestras casas según la hora del día, haya sol o esté nublado. El blanco y negro que eligió no aporta nada, es superfluo, incluso nos esconde esa luz que ha demostrado saber manejar.
La música elegida, por mucho George Gershwin, Zubin Mehta, filarmónicas que la interpretan y timbales que nos recuerdan a las superproducciones a lo Cecil B. Demille , no encaja en una ciudad, tan marcada como destaca en la película, en ese periodo de tiempo, a finales de los setenta, donde uno espera encontrarse otra banda sonora. Tan solo se encuentra idónea para subrayar alguna escena cómica, aislada.
Estos matices hacen centrarnos más en los personajes que en un homenaje al barrio de La Gran Manzana.
Es inevitable destacar un par de escenas por su manejo de la cámara:
Una pareja se encuentra con unos conocidos. La cámara se sitúa de tal manera que no vemos a la otra pareja. Durante unos segundos Allen mantiene en suspense al espectador que intuye que el encuentro puede tener importancia en el transcurso de la trama. El resultado al descubrir a la otra pareja enfatiza el encuentro.
En otro momento Allen sitúa la cámara en un rincón de un piso. Los dos personajes hablan. Vemos a uno aparecer y desaparecer del encuadre mientras deambula por la casa, el otro permanece sentado fuera del ángulo de la cámara. Lo que podría ser una escena de teatro Allen lo convierte en cine, resalta el diálogo y hace que la conversación sea la protagonista de la escena.
En este film encontramos al mejor Woodie Allen: el que sabe desarrollar una historia con imágenes y diálogos y además entretiene.
José Miguel
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