Bueno que queréis que os diga, a mi encanta que una serie como esta se centre en uno de los temas más universales de la vida, el deseo y la pérdida, el amor y el sufrimiento. Y además lo narre en el contexto pasional y entusiasta de la juventud. Y además lo cuente con esa frescura, con esa claridad, con esta naturalidad. Y como no, con esa búsqueda del significado y sentido de la vida, con esa áurea filosófica, mística y religiosa de fondo. Nos topamos con unos personajes vivos, con su máscara y con su alma. Pero lo que más me atrapa es esa clásica imagen del ideal platónico del amor que tan bien resuelve la serie, conteniendo su faceta más cursi y dando autenticidad a la historia, sin huir de la tragedia. La serie consigue transmitir, con gran elegancia en el montaje de sus secuencias, esos momentos etéreos, intangibles, mágicos que siempre recordaremos, que se nos graban a fuego en la retina y que nunca olvidaremos. Esos momentos tan emocionantes e intensos de nuestra juventud.