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Voto de Leonid Nikolaievich:
8
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6.9
48
Drama
Fiodor Ivánovich Lavretsky regresa a la hacienda de su propiedad después de una larga temporada en el extranjero y una vez consumado el fracaso de su matrimonio. Al poco de llegar conoce a una radiante joven, Liza, hija de su prima, y recibe la noticia de la muerte de su esposa. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa».
Jane Austen
Tercer largo de Konchalovsky, Nido de nobles es una prodigiosa adaptación de la segunda novela de Turguénev.
Fiodor Ivanovich Lavretsky vuelve a casa. Desde su nacimiento, su alma ha quedado escindida entre el pueblo –su madre, sierva– y la aristocracia –su padre, el amo–. Su viaje por Europa no le ha traído la ansiada felicidad. Su matrimonio ha fracasado. Su juventud se ha marchitado.
Pero queda la esperanza de la redención. Del amor. Se nos presenta la dicotomía entre el "eros" parisino, carnal y disoluto con el amor puro, conyugal y eslavo. El amor de la bella y joven Lisa Mikhailovna Kalitin.
Una premisa clásica en la novela romántica, en la que el personaje principal -casi siempre femenino- debe elegir. Y de su elección nace la tragedia.
En Nido de nobles, la cuestión es precisamente que esa alternativa ya no es posible.
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Konchalovsky nos regala un esteticismo académico, aristocrático, decadente. Digno del mejor Visconti.
La quietud de los planos, el lirismo del texto y el lento discurrir de la tragedia nos sumerge en una obra de arte total, wagneriana.
Presenciamos el aniquilamiento moral de una raza. Una nobleza marchita, incapaz de resolver sus propias contradicciones.
Jane Austen
Tercer largo de Konchalovsky, Nido de nobles es una prodigiosa adaptación de la segunda novela de Turguénev.
Fiodor Ivanovich Lavretsky vuelve a casa. Desde su nacimiento, su alma ha quedado escindida entre el pueblo –su madre, sierva– y la aristocracia –su padre, el amo–. Su viaje por Europa no le ha traído la ansiada felicidad. Su matrimonio ha fracasado. Su juventud se ha marchitado.
Pero queda la esperanza de la redención. Del amor. Se nos presenta la dicotomía entre el "eros" parisino, carnal y disoluto con el amor puro, conyugal y eslavo. El amor de la bella y joven Lisa Mikhailovna Kalitin.
Una premisa clásica en la novela romántica, en la que el personaje principal -casi siempre femenino- debe elegir. Y de su elección nace la tragedia.
En Nido de nobles, la cuestión es precisamente que esa alternativa ya no es posible.
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Konchalovsky nos regala un esteticismo académico, aristocrático, decadente. Digno del mejor Visconti.
La quietud de los planos, el lirismo del texto y el lento discurrir de la tragedia nos sumerge en una obra de arte total, wagneriana.
Presenciamos el aniquilamiento moral de una raza. Una nobleza marchita, incapaz de resolver sus propias contradicciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Rusia y Occidente. Tierra y libertad. Pueblo y progreso. La fatalidad no nace de la opción errónea. En el sentido más unamuniano del término, la agonía de Rusia es la lucha y guerra consigo misma.
El debate entre eslavófilos como Dostoievski y occidentalistas como Turguénev es pura contradicción insoluble.
Iván Serguéyevich Turguénev plantea en estos términos el debate: París es un nido de depravación y pérdida de ideales; Rusia es un nido de nobles condenados a la extinción.
Lavretski, álter ego del autor, es un hombre desencantado, decepcionado, corrompido. Pero es un buen hombre. La vuelta a la patria no le trae el sosiego de la tierra, los campos y las nubes. Tampoco le devuelve su juventud perdida.
Liza representa la pureza moral, la ortodoxia. La belleza cruel y frígida. El amor que jamás existirá.
Al final solo queda el vacío. El nihilismo.
"Días que fueron felices,
pasados años amables,
¡qué deprisa habéis corrido,
cual aguas primaverales!"
AGUAS DE PRIMAVERA, Iván Serguéyevich Turguénev
El debate entre eslavófilos como Dostoievski y occidentalistas como Turguénev es pura contradicción insoluble.
Iván Serguéyevich Turguénev plantea en estos términos el debate: París es un nido de depravación y pérdida de ideales; Rusia es un nido de nobles condenados a la extinción.
Lavretski, álter ego del autor, es un hombre desencantado, decepcionado, corrompido. Pero es un buen hombre. La vuelta a la patria no le trae el sosiego de la tierra, los campos y las nubes. Tampoco le devuelve su juventud perdida.
Liza representa la pureza moral, la ortodoxia. La belleza cruel y frígida. El amor que jamás existirá.
Al final solo queda el vacío. El nihilismo.
"Días que fueron felices,
pasados años amables,
¡qué deprisa habéis corrido,
cual aguas primaverales!"
AGUAS DE PRIMAVERA, Iván Serguéyevich Turguénev