Con el título resumo un poco lo que me parece este film. El tema que trata es apasionante, pero es resuelto de un modo que deja bastante que desear, al menos desde mi humilde opinión.
Porque el documental se plantea con la fórmula del Equipo A: ¿tiene usted algún problema? Pues llámenos y formaremos el mejor equipo de especialistas para resolvérselo. A lo Armaggedon, vamos. O incluso de una manera muy parecida a aquél programa de la MTV, cómo era... aquél en el cuál, si tenías suerte, podían convertir la chatarra de tu coche en un súper hortera automóvil tuneado gracias al mejor tapicero, al mejor contrachapista, mejor mecánico, mejor experto en sonido, etc.

Bueno, mejor me centro en el documental en sí.
Trata sobre la matanza de delfines en un pequeño pueblo japonés, tal y como adelanta la sinopsis. Un activista, antiguo adiestrador de delfines en la serie "Flappy" o como se llame, intenta detener esa matanza a través de la denuncia mundial de lo que allí ocurre. Y la gente del documental, que se entera, lo ayuda: llaman a un tipo de efectos especiales de hollywood para que les construya tal cosa, a los mejores nadadores en la modalidad de apnea para que oculten micrófonos en el fondo de la bahía, a un tipo que tiene acceso a material de tal tipo para otra cosa... en fin. Todo para poder rodar, con imagen y sonido, lo que sucede, pese a la oposición de los vecinos del pueblo y de las autoridades japonesas. Y lo consiguen. Aunque aún no sé de donde habrán sacado el dineral que les ha tenido que costar montar todo eso.

Lo mejor, sin duda, es la denuncia de la salvajada que este sistema económico nuestro, tan depredador, supone para el planeta y todas las especies que viven (conviven) en él. La forma en que las multinacionales juegan con el sentimentalismo de la gente (lo de SeaWorld es genial), mientras esclavizan a esos seres tan increíbles como son los delfines.
Lo peor: la forma maniquea de presentarlo todo. Estos son los buenos, estos lo malos, a los malos lo saco siempre de forma siniestra, a los buenos les pongo música de violines mientras la cámara va acercándose a sus ojos lentamente... uff, la escuela de Michael Moore otra vez.

Así que, resumiendo, me ha gustado por algunas imágenes espectaculares (la escena de la buceadora nadando junto a la ballena, y al delfín, imitando sus movimientos, es maravillosa, por ejemplo), también por el tema que denuncia, por los datos que aporta... pero como documental deja mucho, mucho que desear.