Los encargados de marketing de Leone creo que no estuvieron muy acertados en la elección del título "Giù la testa", muy poco título para tan grande película. Más acertados encuentro los AKA "Por un puñado de dinamita" o "Érase una vez la Revolución", acercando así más este último western a la "Trilogía del Dólar" y a "Érase una vez en el Oeste", anteriormente filmados por Leone.

Con "No sé cómo llamarla", Leone se despide con una película diferente dentro del spaghetti western, considerandola personalmente más como un western de Hollywood de producción hispano-italiana que como un Spaghetti Western propiamente dicho.
Menos sádico, menos amoral, menos sanguinario, menos directo.
Más intimista, más profundidad del sentimiento humano, más amistad, más valores.

La película tiene un trasfondo político muy importante, con reseñas al holocausto Nazi y el fascismo de Mussolini. La política y la revolución desencanta al más convencido y convence al más desinteresado, las dos caras de una misma moneda.

El guión, aunque excelente, hace un cambio de matiz sorprendente, pareciendo en su primera parte una película cómica y terminando con una gran tragedia, descolocando así al espectador.

Morricone, grandioso de nuevo, se apodera de la escena en muchos momentos del metraje, ahorrandole a Leone mucho diálogo que, en compañía de la imagen, resultaría innecesario.

Una gran película, de una calidad filmográfica magnífica, de una madurez de Leone y Morricone casi sin precedente, pero con "algo" en su totalidad que no terminó, ni termina, por hacerla una obra maestra de la historia del cine.