Metallica es una de mis bandas de rock favoritas. He pasado y repasado toda su discografía una y otra vez y nunca me canso de escuchar todos y cada uno de sus discos... excepto el St. Anger. La primera vez que lo escuché, no me gustó nada. El sonido me pareció muy mejorable, y las canciones demasiado largas y repetitivas. Además, no reconocía a Metallica en esas canciones tan brutas, tan viscerales, casi aleatorias. Para mí, St. Anger era una mancha negra en la trayectoria de la banda.

Y así he estado muchos años, sin escuchar una sola canción de ese disco. Pero el otro día me dispuse a ver este documental (lo tenía pendiente desde hace tiempo) y mi percepción sobre el álbum sobre el que he hablado cambió por completo: St. Anger es Metallica. St. Anger es la rehabilitación de James Hetfield y el hartazgo de Lars Ulrich. St. Anger es un disco que habla de Metallica tan bien como lo hace el documental, que sigue el proceso de grabación del mismo (y mucho más). En esta película, se nos cuenta de primera mano la peor época de la banda: la marcha de Jason Newsted, las adicciones de James, las tensiones entre los tres componentes de la banda restantes (aunque Kirk se queda un poco apartado), los traslados y los parones en la grabación... Todo está muy bien relatado.

El documental es una desmitificación de la idea de banda de rock que todos tenemos en la cabeza, porque los rockeros tienen tantos problemas como la gente de a pie. Tal y como comentan en el documental, James, además de "Caudillo del metal" (Warlord of Metal), también puede ser un gran padre que asista a los ensayos de ballet de su hija.

Me encantaba Metallica, pero ahora más.