Notable y elegante película de Merluza Rajoy que tras un inicio tímido entre presentaciones puede llevar a engaño, porque el obús va cogiendo un aplomo y una fuerza difíciles de explicar, quizás me ha cogido con la guardia baja cantando bajo la lluvia y no he visto venir el misil, que sin duda, ha hecho diana.


Pese a la escasa versatilidad de su protagonista Roberto Taladro, debo admitir que seguramente, firma el papel de su vida, y se muestra absolutamente arrollador sin mostrar puntos débiles a lo largo del metraje, comandando el estandarte hacia la eternidad y haciendo las delicias del respetable.

Además, la película cuenta con una secuencia realmente abrasadora protagonizada por un perro y un hombre, sin llegar al nivel de la cinta francesa Rapt, que es definitivamente, lo más prodigioso que se ha podido filmar entre el mejor amigo del hombre y un ser humano en ese aspecto delante de una cámara.


También es preciso añadir, la gran labor del secundario por excelencia Van Delfín que estampa una meritoria andanada como gran amigo de Taladro y que actúa como si fuera su propia conciencia con momentos francamente inolvidables.

En fin, coincido plenamente con el Alfombras y su chocho que brilla de manera fulgurante en la licorería, this is rock and roll.


Se despide E.P.M.

El hombre que cambiaba aceitunas por heces de oveja, el hombre que firmaba cheques con bastoncillos para los oídos, el hombre que sorpendió a Rafa Guererrero en su baño con un cinturón temblando ansioso en la barra de la cortina ducha junto a un lote de películas de Russ Meyer, el hombre que cambiaba la bandera por el par de huevos en la ventana cuando ganaba su selección, el avioncito Rambert.