En un mundo denso, cargado de porquería humana, Jaime Gil de Biedma busca sobrevivir y vivir una vida que no sabe realmente como ha de ser. Lo único que sabe es trasladar a la poesía lo que está viviendo. En ese tiempo del franquismo vivía en Barcelona una élite burguesa que en desacuerdo con la dictadura franquista producían distintas formas de arte que narraba la realidad pero que no iba mucho más allá en la lucha por una democracia, y el régimen, conociendo los casos, los dejaba existir, quizás porque esos artistas eran utilizados como una prueba para el mundo de la supuesta libertad que se vivía en España. Curiosamente la película presenta una acto de revolución en Filipinas y ninguna manifestación antifranquista en España. Hay muchas canciones, la mejor introducida en la historia es “Se va el caimán” cuando muere Franco, las otras parecen querer dar a la película una cierta “qualitè”, o a lo mejor se trata simplemente de vender la película en Francia ya que esta realizada al estilo francés, con largos planos y diálogos con profunda carga filosófica a lo “c’est la vie”. No me refiero a los fragmentos de textos de Gil de Biedma que me parecen perfectamente introducidos como parte de su pensamiento. La película puede resultar algo impactante de imagen, pero la presencia y la buena interpretación de Jordi Mollá suavizan la parte truculenta de la vida del poeta.