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España España · Palm mar
Voto de Del Mar:
9
Drama Drama familiar. Cuando Zach entra en la adolescencia y descubre que es diferente a los demás, reprimirá sus tendencias más profundas para no perder el amor de su padre. Entre 1960 y 1980, vive rodeado de sus hermanos, de Pink Floyd y los Rolling Stones, los porros fumados a escondidas, las grandes y pequeñas discusiones. Pero, sobre todo, lo que Zac busca es poder mantener la relación con su padre. (FILMAFFINITY)
14 de enero de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando las imágenes y el sonido pasan de los órganos de los sentidos de un espectador y llegan a su cerebro, y allí se amalgaman de tal manera que conforman una mezcla de realidad e irrealidad que te hace sentir otro, mejor, que quiere más a la gente, es porque estamos viendo una buena película, una verdadera obra de arte. En poco más de 20 minutos Jean-Marc Vallée nos presenta la infancia de Zachary Beaulieu (Émile Vallée) y los hechos más importantes que pudieran determinar su comportamiento futuro. Todo ello aderezado de una imagen perfecta para entrar en los sentimientos íntimos de ese niño y con una banda sonora magnífica que resalta los momentos y se hace protagonista sin quitarle protagonismo a los personajes. Esta banda sonora, que continuará durante toda la película, es un gran hallazgo del director. Otro aspecto a considerar en esta obra de arte, son las interpretaciones de todos los actores que el director ha sabido llevarlos de manera que cada uno interprete a su propio personaje por si mismo, no tanto en función del personaje de Zach, el personaje protagonista. En cuanto a la trama es la que hemos visto varias veces: la no aceptación de la homosexualidad de un hijo. Pero aquí esta presentada de tal forma que es el espectador el que irá dándole vida a los personajes y el que tomará conciencia de la realidad que los protagonistas están viviendo, poniéndose del lado de ellos, a veces en contra, pero desarrollando en su interior un sentido de afecto, de cariño. Hay películas que se hacen para ganar dinero, otras para que el director haga su película, y otras para que las vean los espectadores siendo John Ford es la máxima expresión de este último grupo. Esta es una de esas películas que hacen del espectador el objeto más importante, y todo está en función de que ese espectador es alguien inteligente, con vida, con sentimientos. Alguien digno de consideración.
Del Mar
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