¿Quién no recuerda el aterrador cartel de la película en los video-clubs de los 80'?

Noche de Miedo no sólo es un clásico indiscutible, si no que su estela es tan alargada que ha marcado el resto de espectros vampíricos: rejuveneció el espíritu de Dracula, humanizándolo y dándole ese aire romántico y malicioso del cual no podrían huir ni Coppola ni Neil Jordan.

Hoy en día, para algunos puede resultar algo "anacrónica", (¿¿y qué película ochentera no lo es?? eh ahí su encanto) por el score compuesto a base de sintetizadores Roland a cargo de Brad Fiedel, (compositor de Terminator y Terminator II) y las muchas canciones de synth-pop de la época, destacando por encima de todas, la sugerente Good Man In A Bad Time de Ian Hunter en la escena de la discoteca, (parece sacada directamente del Tech Noir de Terminator I)

Lo que sí goza la película es de una ambientación soberbia, al conseguir caracterizar al típico vecindario americano de clase media, como un lugar apacible, tranquilo y normal de día. Pero por la noche se transforma en una calle más de londres neblinoso victoriano. Otro doppelganger de la realidad y del propio villano: nada es lo que parece ser.

La combinación entre humor y terror está tan bien ajustada que cuando ves la película por primera vez, no eres capaz de leer entre lineas, la grandeza de sus personajes. En especial, su villano, comiendo todo el rato manzanas, (una especie de guiño al fruto prohibido de Adán y Eva) y el toque naive de personajes como Peter Vincent, ( aunando el homenaje de dos estrellas de la Hammer: Peter Cussing-Vincent Price) y el propio Charlie Bruster contrastan con la majestuosidad y carisma de Jerry Dundridge, (decayendo sólo un poco hacia el tramo final)

Una película que se sirve del homenaje a cintas de la Hammer, la Ventana Indiscreta y el mito vampírico para remodelarlo y darle la frescura que necesitaba. Otras películas mucho menores, como Vamp o Abierto Hasta el Anochecer plagiaron su estética. Pero de ninguna forma son hijas bastardas, pues a nadie se le escapa que tanto el Dracula de Coppola y la Entrevista con el Vampiro fueron lo que fueron gracias a lo que sembró Tom Holland con su, en apariencia inofensiva, propuesta, para regalarnos una auténtica obra de terror enmascarado.

Todo es un homenaje, hasta el propio cartel es un oda a Rene Magritte y la serie de cuadros "“L’Empire des lumières”