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Voto de Piano y yo:
10
7.9
9,286
Drama. Intriga
En la Inglaterra victoriana, una famosa cantante de ópera es asesinada. Su joven sobrina, que vivía con ella, es enviada a Italia, y el caso queda sin resolver. Allí estudia canto y se casa con el pianista acompañante de su profesor. Tras la luna de miel, la pareja se establece en la antigua casa de la cantante asesinada, donde la joven comienza a oír extraños e inexplicables ruidos mientras la luz de gas baja de intensidad. (FILMAFFINITY) [+]
14 de noviembre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que me ha recordado a tantas otras obras maestras sobre crímenes es obviamente también una obra maestra, aunque le pongo un pero -ver spoiler-.
Semejanzas:
Charles Boyer y Ray Milland en Crimen perfecto de Hitchcock 1954;
Charles Boyer otra vez y Simone Simon en La mujer pantera de Tourneur 1942;
Ingrid Bergman llena la pantalla cual Grace Kelly en La ventana indiscreta también de Hitchcock 1954; -ver spoiler para ambosr-
Joseph Cotten recuerda su mismo papel en El tercer hombre de Carol Reed de 1949;
Dame May Whitty y la vecina de Mia Farrow en La semilla del diablo de Polanski 1968 son igual de incisivamente cotillas.
Angela Lansbury es tan mala malísima como la mismísima Judith Anderson, ambas criadas perversas, y además aquélla con un magnetismo sexual con el señor Boyer propio de las películas del sádico Buñuel.
La casa, protagonista en sí misma, que acaba siendo tan aterradora como la hiperfamosa de Norman Bates -Anthony Perkins en Psicosis de Hitchcock 1960-.
Y la grandiosa y larga escena del concierto al que acuden invitados Charles Boyer e Ingrid Bergman, con ese cruce de miradas entre Boyer y Cotten, mientras suenan dos músicas que no pueden ser más apropiadas:
- Comienzo del primer movimiento de la sonata para piano número 8 en do menor, opus 13, Patética, de Beethoven.
- Y Chopin, -debe ser una mazurka o un scherzo, creo-, cuando Boyer finge que le han robado el reloj, para luego, intencionadamente, encontrarlo en el bolso de su esposa Bergman, la cual se desencaja en público, -punto álgido de la película, en la que ya no cabe duda de que Cotten va a comenzar a investigar los sucesos del pasado-.
Nota 10 sobre 10:
Mi lema: "Corten mi crítica, no necesitan leer más, y música maestro: enciendan el televisor."
Semejanzas:
Charles Boyer y Ray Milland en Crimen perfecto de Hitchcock 1954;
Charles Boyer otra vez y Simone Simon en La mujer pantera de Tourneur 1942;
Ingrid Bergman llena la pantalla cual Grace Kelly en La ventana indiscreta también de Hitchcock 1954; -ver spoiler para ambosr-
Joseph Cotten recuerda su mismo papel en El tercer hombre de Carol Reed de 1949;
Dame May Whitty y la vecina de Mia Farrow en La semilla del diablo de Polanski 1968 son igual de incisivamente cotillas.
Angela Lansbury es tan mala malísima como la mismísima Judith Anderson, ambas criadas perversas, y además aquélla con un magnetismo sexual con el señor Boyer propio de las películas del sádico Buñuel.
La casa, protagonista en sí misma, que acaba siendo tan aterradora como la hiperfamosa de Norman Bates -Anthony Perkins en Psicosis de Hitchcock 1960-.
Y la grandiosa y larga escena del concierto al que acuden invitados Charles Boyer e Ingrid Bergman, con ese cruce de miradas entre Boyer y Cotten, mientras suenan dos músicas que no pueden ser más apropiadas:
- Comienzo del primer movimiento de la sonata para piano número 8 en do menor, opus 13, Patética, de Beethoven.
- Y Chopin, -debe ser una mazurka o un scherzo, creo-, cuando Boyer finge que le han robado el reloj, para luego, intencionadamente, encontrarlo en el bolso de su esposa Bergman, la cual se desencaja en público, -punto álgido de la película, en la que ya no cabe duda de que Cotten va a comenzar a investigar los sucesos del pasado-.
Nota 10 sobre 10:
Mi lema: "Corten mi crítica, no necesitan leer más, y música maestro: enciendan el televisor."
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Además Charles Boyer desprende una reguero de hombre obsesionado con las joyas tan absoluto y permanente como el que desprende la gran Simone Simón, en su obsesión con la pantera del zoo, en la magnífica película La mujer pantera de Tourneur 1942, también comentada por mí.
Ingrid Bergman llena la pantalla sobre todo en la memorable escena final, -no lo he querido decir antes-, cuando sirve su fría venganza "Esto que ves no es un cuchillo..." ante su atrapado marido, del cual ella ha estado locamente enamorada.
El único "pero" de la película es, coincidiendo con otra crítica, que Charles Boyer conserve consigo la carta que le inculpa, una vez descubierta tal carta por su esposa, y recuperada por aquél. Lo que me lleva a pensar que si la misma historia la coge Hitchcock, hubiera sido ya la guinda al pavo, pero de todos modos la película está tan bien intepretada por los actores que conserva su nota de 10.
Ingrid Bergman llena la pantalla sobre todo en la memorable escena final, -no lo he querido decir antes-, cuando sirve su fría venganza "Esto que ves no es un cuchillo..." ante su atrapado marido, del cual ella ha estado locamente enamorada.
El único "pero" de la película es, coincidiendo con otra crítica, que Charles Boyer conserve consigo la carta que le inculpa, una vez descubierta tal carta por su esposa, y recuperada por aquél. Lo que me lleva a pensar que si la misma historia la coge Hitchcock, hubiera sido ya la guinda al pavo, pero de todos modos la película está tan bien intepretada por los actores que conserva su nota de 10.