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Voto de Benjamín Reyes:
10
Cine negro. Thriller La historia de un hermético y frío asesino a sueldo. Jeff Costello es un perfeccionista que siempre planea cuidadosamente sus asesinatos y al que nunca han atrapado. Sin embargo una noche, tras liquidar al dueño de un club nocturno, queda a la vista de varios testigos. Sus esfuerzos por construir una coartada fallan y poco a poco es acorralado, tanto por la policía como los clientes que le han traicionado. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2015
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filmoteca Canaria, en colaboración con Fimucité, ha organizado un ciclo, que se desarrollará entre en junio y julio del 2015, que rescata la memoria del compositor galo François de Roubaix con motivo del 40 aniversario de su muerte, acaecida en Tenerife en 1975 mientras practicaba submarinismo en Los Cristianos, donde está enterrado por expreso deseo de su familia, dado el vínculo que le unía a la isla, que visitaba varias veces al año.
A pesar de fenecer prematuramente a los 36 años, entre 1961 y 1975 compuso la banda sonora de más de cincuenta películas, entre las que despuntan “El silencio de un hombre” (“Le samouraï”, 1967, Jean Pierre-Melville), “Diabólicamente tuyo” (“Diaboliquement vôtre”, 1967, Julien Duvivier,), “Último domicilio conocido” (“Dernier domicile connu”, 1970, José Giovanni) o “Adiós amigo,” (“Adieu l´ami”, 1968, Jean Herman), que precisamente son los títulos que integran el ciclo, que comienza el próximo 4 de junio, en el Aguere Espacio Cultural de La Laguna con la proyección de “El silencio de un hombre”, a las 20:30 horas. Todas están protagonizadas por Alain Delon.
Jean-Pierre Melville (1917-1973) no goza del prestigio de sus coetáneos de la “nouvelle vague”, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Eric Rhomer o François Truffaut, pero es artífice de una sólida filmografía que incluye títulos como “Hasta el último aliento” (1966) o “Círculo rojo” (1970), pero sobre todo, es el responsable de un filme incontestable como “El silencio de un hombre”, una de esas joyas cinematográficas a las que la historia del cine no ha hecho justicia como es el caso de clásicos como “Incidente en Ox-Bow” (1943, William A. Wellman) o “Retorno al pasado” (1947, Jacques Tourneur).
Desde el primer plano de “El silencio de un hombre” sabemos que estamos asistiendo a una obra maestra del género policíaco. Vemos un plano fijo de una sobria y cochambrosa habitación en penumbra en la que se intuye que alguien, que está recostado en una cama, está fumando por el humo exhalado por un cigarro, mientras suena el arrullo de un pájaro enjaulado –una preclara metáfora de la existencia del protagonista, que roza unos billetes en la jaula antes de ponerlos a buen recaudo- y leemos el rótulo: “La profunda soledad de un samurái solo es comparable a la de un tigre en la jungla” (frase extraída del “Libro de los samuráis”). Un auténtico poema visual.
Su argumento es sencillo, un implacable asesino a sueldo comete un crimen y la policía le pisa los talones, pero el filme de Melville posee un trasfondo digno de elogio. Un circunspecto Alain Delon, pertrechado de gabardina y sombrero, es la imagen icónica del filme. “El silencio de un hombre” (originalmente “Le samouraï”), es como su título en español indica una película de silencios. Jef Costello no pronuncia su primera palabra hasta los nueve minutos para musitar un escueto: “Sí”. A lo largo de los 105 minutos de metraje solo mascullará frases sueltas y se limitará a sostener tres diálogos en los momentos pregnantes del largometraje. Él prefiere “hablar” a través de su pistola.
“El silencio de un hombre” no tiene el pulso narrativo de “Ascensor para el cadalso” (1957, Louis Malle), otra película imprescindible del “film-noir” francés de la época, pero posee un minimalismo y una atmósfera melancólica que envuelve al espectador en una fatalista historia que juega con los elementos clásicos del género: una “femme-fatal” duplicada en la figura de una mujer de raza blanca (encarnada por Nathalie Delon, por entonces esposa del protagonista de “Rocco y sus hermanos”) y una cantante de raza negra de un club nocturno; el perspicaz comisario que busca sacar la verdad a la luz, los ángulos insólitos (picados y contrapicados) o el escenario urbano que plantea París (Campos Elíseos, metro, calle Lord Byron, puente, escaleras…). Por su parte, la partitura compuesta por François de Roubaix comienza siguiendo los cánones de la música del cine policíaco, para luego alternar el uso de sintetizadores con la música jazz, donde la trompeta se erige en protagonista.
Por todo lo expuesto “El silencio de un hombre” es una película de obligado visionado, que ha influido a varios cineastas modernos como Tarantino o John Woo, siendo el caso más preclaro el de Jim Jarmusch, cuyo “Ghost Dog” (1999) es una actualización de este clásico. El programa continuará con “Diabólicamente tuyo” el 11 de junio, “Último domicilio conocido” el 18 de junio y “Adiós amigo” el 2 de julio. Las entradas para cada una de las funciones cuestan 2 € (1 € para estudiantes y jubilados). Por ultimo, el 9 de julio se exhibirá el cortometraje “Les musiciens de la pellicule” (1974), de Josée Dayan, dos cortometrajes dirigidos por el propio De Roubaix (“El Gobbo” y “Comment ça va j’m’en fou”) y el documental “Francois de Roubaix.Fan’s”, dirigido por su hija Patricia de Roubaix, proyecciones que pondrán el broche de oro al homenaje cinematográfico al músico galo. Paralelamente al ciclo, se tiene previsto organizar en julio un concierto de su hijo, el compositor y trompetista Benjamin de Roubaix, con músicos de jazz de las islas, en Los Cristianos.
Benjamín Reyes
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