La trama es un folletín, aunque esté inspirado en lamentables hechos históricos . Parece un drama costumbrista español de guerra y posguerra trasladado a Budapest. Ni Arturo Fernández ni Vicente Parra son creíbles en sus papeles de revolucionarios. El estilo interpretativo se ha quedado obsoleto. Es más propio del discurso teatral que del cine. La película sólo se salva por el interés de los actores y actrices que intervienen, por la música del gran compositor catalán Xavier Moltsalvatge y por los fondos pianísticos con exquisitas versiones de Chopin y Listz.