Después de ver una película como "El mejor", uno sale del cine pensando cómo una idea inicial con tantas posibilidades como la que plantea este film puede verse malograda por una ineptitud tan grande a la hora de confeccionar el guión. Pocas veces una historia a la que se le podía haber extraído un gran jugo acaba convertida en una sucesión de secuencias que parece rivalizar sobre cual de ellas se presenta más ridícula. De esta manera, un pretendido melodrama que busca, en cierta forma, dejar al espectador con el corazón encogido, queda reducido casi a una comedia, debido al desmesurado afán de la directora por llevar las diferentes tramas al límite, hasta hacerlas irremediablemente increíbles. El exceso en la voluntad por manipular emocionalmente al espectador, en base a propuestas que se pretenden contundentes pero que a la hora de la verdad no hay por donde cogerlas, consigue que no te puedas tomar en serio esta historia por mucha voluntad y oficio que puedan ponerle sus protagonistas.

Resulta verdaderamente increíble como una actriz del prestigio de Susan Sarandon se pueda ver involucrada en semejante bazofia a no ser que sea por la amistad que le une a Pierce Brosnan, que al parecer está involucrado en la producción del film. Pues esta amistad, por lo visto, debe ser de hierro, pues de no ser así cuesta entender que manche su admirable carrera con subproductos de este tipo.

Película con unas deficiencias tan grandes que parece haber sido realizada por aficionados. Situaciones y diálogos que despiertan vergüenza ajena en uno de esos films que cuesta entender cómo ha podido llegar a estrenarse en salas comerciales. Una firme candidata a ser considerada la peor película del año. Y teniendo en cuenta que todavía no hemos terminado el mes de enero, ya es decir mucho.