Película ambientada en el Estrecho de Gibraltar, se mueve bajo dos vertientes contrarias entre sí y que es evidente que en algún momento se van a cruzar. Por un lado está Jesús (Luis Tosar), un agente de la policía antidroga que lleva rato en una misión buscando a los principales traficantes de dicha región, por otro lado está el niño (Jesús Castro), un joven que quiere iniciarse en el mundo del narcotráfico con la ayuda de un par de amigos para solventarse económicamente.

El film es una megaproducción española que poco o nada tiene que envidiarle a las grandes producciones estadounidenses, Monzón lleno de recursos saca el mayor provecho de ellos para filmar a lo grande una obra con secuencias portentosas y tomas grandilocuentes, una obra visualmente poderosa e impactante, hilvanada con buen pulso y ritmo.

Se construye en base a un guion muy bien escrito a dos manos por el director y Jorge Guerricaechevarría, quienes ya habían escrito juntos para los filmes La caja Kovak (2006) y Celda 211 (2009), ambas dirigidas por Monzón. Consiguen un balance perfecto en el juego de gatos y ratones que representan, las historias transcurren paralelas de forma agraciada, excelente labor de montaje de Cristina Pastor.

Sin duda lo primordial del relato es todo lo representado con el tema de las drogas, a partir de ahí, se establecen una serie de subtramas que enriquecen el relato y su enormidad, todo los temas amorosos, la corrupción policial, la migración y la miseria en una zona que es un punto caliente para estas actividades.

El niño como lo relaté es una gran película, personajes un tanto acartonados que se mantienen en una línea sencilla, Tosar como siempre magnífico, Castro queda un tanto corto y se nota reducido, los secundarios hacen bien su labor. La propuesta cumple con lo que desea, es coherente con este espectacular manejo de lo visual que tiene, lleno de persecuciones y emociones a granel, un buen producto.