Lucky lo primero que hace al levantarse es encenderse un cigarro, hace sus ejercicios y desayuna un vaso de leche que tiene en su vacío frigorífico. Se viste y se dispone a salir. Abre la puerta y la luz entra por ella intensamente, como si fuese la puerta a ese otro mundo.

Así empieza Lucky, la opera prima de John Carroll Lynch. Una película que nos habla sobre el final de la vida, desde el punto de vista de alguien que se da cuenta de ello. Alguien que lo tiene todo y sabe que pronto no tendrá nada. La película nos muestra la preocupación, asimilación y aceptación de Lucky sobre la muerte.

Pero Lucky es una historia sobre la vida. La película muestra que, hasta ese último momento, Lucky es dueño de sí mismo. Muestra que, cómo se enfrente a su futuro, depende de él. En definitiva, muestra ese otro prisma desde el que poder observar la vida, para poder disfrutarla siendo consciente de uno mismo.

La película tiene una dirección sencilla pero solvente, logrando conmover por momentos.
Harry Dean Stanton, como es habitual en él, hace un maravilloso último papel. Cuánto le debemos a este hombre!!!.

Más que una película, parece una reunión de amigos que se juntan para dar un homenaje a un amigo por el que sienten un profundo respeto. Un respeto que yo, también siento por este maravilloso actor.

La verdad es que no hay palabras para describir lo inmenso que fue este hombre.