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Voto de andrepaolosnyder:
8
Drama París, 1968. Isabelle (Eva Green) y su hermano Theo (Louis Garrel), solos en la ciudad mientras sus padres están de viaje, invitan a su apartamento a Matthew (Michael Pitt), un joven estudiante americano, al que han conocido en un cine. Una vez en casa, establecen unas reglas para conocerse mutuamente, explorando emociones y erotismo a través de una serie de juegos extremadamente arriesgados. (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmersos en Mayo del 68, imágenes de televisión ocultas, estallidos y fuegos que se presentan al través de las cortinas; un contexto penetrable solo por la ideología de Theo, la crítica de Matthew y la aceptación que raya con la pasividad de Isabelle; una ausente autoridad crea el terreno propicio para dar rienda suelta a un espacio alejado de prejuicios, un lugar donde confluyen las historias, el pasado de cada uno de los tres cinéfilos.
La casa, aquel espacio de encuentro, un lugar inaccesible a los demás, una quebradiza y frágil burbuja, un templo en el que los protagonistas muestran sus más profundas presiones; interrogarán al otro tras la búsqueda de ellos mismos; se encontrarán y desencontrarán tras las imágenes a blanco y negro, tras el juego de lo corporal, el deseo y la pasión que comparten por el cine.
Imágenes de “clásicos” se entremezclan con lo cotidiano, Bertolucci nos invita a reconquistar estas películas de seguro un poco polvorientas y olvidas, alusiones a estas son constantes, en un momento nos inmiscuimos en La Reina Christina de Suecia al siguiente Top Hat; la cinefilia llega a tan alto grado que se desconoce ¿Quiénes son los actores? ¿Y los espectadores? ¿El lente? Bertolucci hace sentir al espectador como un voyeurista, Matthew dice en un monólogo: “estamos mirando por el ojo de la cerradura de nuestros padres. Los espías y eres repulsivo, y eres culpable, pero no puedes, simplemente no puedes dejar de mirar” la imagen es casi, adictiva, la película vertiginosa, llega al punto en el que de fondo un caótico escenario en llamas, mientras Edith Piaf, nos recuerda aquellas notas del “No, no me lamento. No, no me lamento de nada”
Cuenta con una muy buena banda sonora, desde Hendrix hasta La Mer de Trénet, pasando por un gran número de otras referencias.
Intenta abordar tantos temas, que los deja en el aire, sin embargo esa es una de las mejores decisiones, no basarse directamente en el contexto, sino construir aquella historia dentro de este; un punto a favor es el manejo de las imágenes con contenido erótico, son delicadas y no tienden a confundirse con lo pornográfico, sin embargo llega a caer en una reiteración de las preocupaciones del joven de esa época, revolución, sexo y alcohol, lo que salva esta última perspectiva es el uso del cine como constante y eje estructural, unión de todas las partes.
Aún así, un filme para volver a sentir la cinefilia, pasión y una enorme descarga de adrenalina mientras los fotogramas son descargados a nuestros insaciables ojos de espectadores.
andrepaolosnyder
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