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Voto de htouzon:
8
10 de julio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estéticamente brillante, “Les Yeux Sans Visage” se sostiene, antes que nada, por su trabajo visual y sonoro. Las imágenes captadas por el director penetran en nuestra retina de una forma certera, punzantes como las herramientas quirúrgicas del Dr. Génessier, cuya frialdad resulta aterradora. Las tomas nocturnas de los alrededores de la mansión y los recorridos interminables por sus interiores cumplen el cometido de trasladarnos hacia el centro de ese macabro e inquietante universo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Una elegante señora se deshace de un cadáver en las orillas del Sena mientras la estridente banda sonora de Maurice Jarre establece el clima de horror y suspenso que caracterizará al resto del metraje. En la siguiente secuencia, conocemos al Dr. Génessier, un especialista en cirugía plástica, quien habla ante un auditorio colmado sobre los posibles avances en el campo de los trasplantes de tejido vivo.
El director presenta a Génessier como un hombre serio, dedicado de lleno a su trabajo y respetado por su círculo profesional. Pero algo en su forma de actuar da a entender que oculta más de lo que muestra. En su mansión, situada exactamente al lado de su hospital, lleva a cabo macabros experimentos de trasplante de tejidos, que incluyen -sin distinción- a personas, perros y pájaros.
El Dr. Génessier es el arquetipo del científico loco, obsesionado con el éxito de sus experimentos y carente de cualquier consideración moral. Pero el personaje central de la película es Christiane, la hija del Dr., que vive recluida en la mansión luego de que su cara quedara completamente desfigurada por un accidente automovilístico, causado por su padre. Christiane, que se pasea por la casa con una máscara blanca, espera que su padre le reconstruya la cara mediante una de sus operaciones milagrosas.
La obsesión de Génessier por reconstruir la cara de su hija lo lleva a límites insospechados. Louise, la elegante señora del comienzo, lo asiste en sus experimentos. Es la encargada de conseguir que, mediante engaños y falsas promesas, chicas jóvenes y atráctivas terminen en la sala de operaciones del Doctor. Y también es la encargada de cubrir los rastros del Dr. cuando las operaciones resultan fallidas y hay cadáveres por desechar. Esta relación está justificada por la deuda que siente Louise hacia Génessier, luego de que el último le realizara una operación de reconstrucción facial casi perfecta.
Tras varias operaciones fallidas, Christiane comienza a percibir a su padre como un enemigo íntimo. Este giro de ciento ochenta grados en la relación de padre e hija, que pasa de la sumisión completa a la toma de conciencia, es lo que lleva a la resolución de la historia. Christiane resulta la llave que destraba y termina desenmascarando la mentira detrás de los supuestos actos bondadosos y desinteresados de su padre.
Los simbolismos también juegan un rol preponderante. La ausencia visual del rostro de Christiante -el hecho de que nunca llegamos a ver completamente su cara desfigurada-, que permanece oculta detrás de una mascara, resulta una metáfora del secretismo, lo no dicho y la sumisión. A su vez, la máscara se relaciona con la idea de que estamos ante un personaje, una mímica de algo real, que permanece detrás, a la espera de ser liberado. Por ese motivo, cuando en la escena final Christiane se deshace de su máscara y las palómas blancas sobrevuelan a su alrededor, sentimos que por primera vez estamos siendo testigos de un acto genuino de honestidad y liberación.
El director presenta a Génessier como un hombre serio, dedicado de lleno a su trabajo y respetado por su círculo profesional. Pero algo en su forma de actuar da a entender que oculta más de lo que muestra. En su mansión, situada exactamente al lado de su hospital, lleva a cabo macabros experimentos de trasplante de tejidos, que incluyen -sin distinción- a personas, perros y pájaros.
El Dr. Génessier es el arquetipo del científico loco, obsesionado con el éxito de sus experimentos y carente de cualquier consideración moral. Pero el personaje central de la película es Christiane, la hija del Dr., que vive recluida en la mansión luego de que su cara quedara completamente desfigurada por un accidente automovilístico, causado por su padre. Christiane, que se pasea por la casa con una máscara blanca, espera que su padre le reconstruya la cara mediante una de sus operaciones milagrosas.
La obsesión de Génessier por reconstruir la cara de su hija lo lleva a límites insospechados. Louise, la elegante señora del comienzo, lo asiste en sus experimentos. Es la encargada de conseguir que, mediante engaños y falsas promesas, chicas jóvenes y atráctivas terminen en la sala de operaciones del Doctor. Y también es la encargada de cubrir los rastros del Dr. cuando las operaciones resultan fallidas y hay cadáveres por desechar. Esta relación está justificada por la deuda que siente Louise hacia Génessier, luego de que el último le realizara una operación de reconstrucción facial casi perfecta.
Tras varias operaciones fallidas, Christiane comienza a percibir a su padre como un enemigo íntimo. Este giro de ciento ochenta grados en la relación de padre e hija, que pasa de la sumisión completa a la toma de conciencia, es lo que lleva a la resolución de la historia. Christiane resulta la llave que destraba y termina desenmascarando la mentira detrás de los supuestos actos bondadosos y desinteresados de su padre.
Los simbolismos también juegan un rol preponderante. La ausencia visual del rostro de Christiante -el hecho de que nunca llegamos a ver completamente su cara desfigurada-, que permanece oculta detrás de una mascara, resulta una metáfora del secretismo, lo no dicho y la sumisión. A su vez, la máscara se relaciona con la idea de que estamos ante un personaje, una mímica de algo real, que permanece detrás, a la espera de ser liberado. Por ese motivo, cuando en la escena final Christiane se deshace de su máscara y las palómas blancas sobrevuelan a su alrededor, sentimos que por primera vez estamos siendo testigos de un acto genuino de honestidad y liberación.