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Voto de Cesar Oliveros Aya:
6
Thriller. Drama. Romance Corea, década de 1930, durante la colonización japonesa. La resuelta joven Sookee es contratada como criada de una rica mujer japonesa, Hideko, que vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de su dominante tío. Pero Sookee está allí con un propósito secreto: ayudar a un estafador que se hace pasar por un conde japonés para seducir a Hideko y heredar después la fortuna de su tío. (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años vi la adaptación de Fingersmith, la novela de época de la autora inglesa Sarah Walters, ubicada en el trasfondo victoriano, destacando la intriga y desarrollo del relato más no su conclusión. Si bien la trama evocaba historias al estilo de Charles Dickens, su final resultaba demasiado complaciente, tal vez para conjurar los oprobios a los que eran sometidos los personajes principales, aspecto que a mi juicio le restaba impacto.
Por recomendación de Chucho García –de la Fundación Mambe (Florencia, Caquetá, Colombia)- decidí ver la nueva puesta en escena, máxime si el creador de la famosa trilogía de la venganza (Sympathy for Mr. Vengeance, Old Boy, Lady Vengeance) se hallaba frente a su dirección.
Encontré una película que mantiene la intriga y esencia de la historia original, esta vez enmarcada en la ocupación japonesa padecida por el territorio entre 1910 y 1945, donde la jovencita Sookee es contratada como doncella de la aristocrática Hideko, formando parte de un ambicioso complot.
La trama se desenvuelve magistralmente entre el juego de miradas, diálogos, actuaciones acertadas y revisión del argumento desde perspectivas diferentes entre los personajes. El espectador se adentra en una mascarada que le sorprende de manera constante y le conduce hacia divergencias éticas respecto a los actos premeditados, la idea de justicia, el amor y el erotismo.
Destaca la fuerte presencia de las actrices protagonistas pues el drama explora matices de la sexualidad femenina con carácter revolucionario para la época en que transcurre la historia y el mismo escenario de flagelo y represión que comporta la mansión habitada por Hideko y su siniestro tío quien la mantiene en una especie de prisión (recreando el arquetipo narrativo de los cuentos de hadas, en una alegoría del dragón que retiene a la princesa).
Por ello, no es gratuito que los personajes masculinos se muestren agresivos, intimidantes, creadores de infiernos domésticos que obedecen de manera exclusiva a pretensiones estrictamente individuales, siendo ellos los adversarios en un planteamiento visual situado entre la penumbra y la oscuridad.
En términos cinematográficos, no obstante los giros de la narración, los movimientos de cámara y la angulación adoptada en múltiples secuencias, hacia la mitad del metraje se ralentiza la intriga y la vuelve un tanto predecible. Lo interesante es que no se afecta la conducción hacia un final satisfactorio y menos edulcorado en comparación con la obra literaria, más bien resulta sensato y muy cuidado a nivel técnico.
Se trata entonces de un film recomendable, que no brillante, con un guión que hace justicia a los caracteres llevados con impecable interpretación actoral. Pero lo más destacable es el soundtrack: melodías y sonidos que acentúan el dramatismo acompasando los estados de ánimo donde se pone en consideración la esperanza de salvación, la búsqueda de redención y la asunción de una identidad propia. La canción final, de especial encanto al inicio de los créditos, otorga fuerza a la conclusión al permitir suponer el probable destino que inspira la última imagen.
Cesar Oliveros Aya
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