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España España · Lleida
Voto de Uma:
8
Drama Noriko vive con su padre viudo y cuida de él, pero ya va siendo muy mayor para permanecer soltera. Su padre desearía casarla, aunque ello represente su definitiva soledad. Lo malo es que el candidato a matrimonio se casa con la mejor amiga de Noriko. Su tía Masa le presenta a un joven a su pesar. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil verbalizar cual es el el poder que tienen las películas de Ozu. La simplicidad en la puesta en escena, también aparentemente en las coreografías, en los diálogos, la contención en las interpretaciones, en las acciones... No parece gran cosa. Sin embargo, su cine se mete en la cabeza de un modo casi ordenado, como si la pantalla y los compartimentos y estancias de la película se introdujeran en el cerebro en forma de cajones. Yo los abro a veces para mirar adentro, para refugiarme en sus imágenes calmadas, en sus gestos sosegados. Las películas nos interpelan, estimulan distintas partes de nuestra mente, en el caso de Ozu, sus películas sacan (al menos en mi caso) lo más auténtico, lo más sano, una mirada cristalina, y ello conlleva una paz interior. Quizás es ese el poder de las películas de Ozu, sacan lo mejor de nosotros.

El espectador, es, en cierto modo, pues, un animal adiestrado o pendiente de estarlo. Ozu nos muestra con la máxima transparencia una realidad cotidiana, y su lenguaje es una composición basica que elimina cualquier amago de falsedad o de engaño formal. En cierto modo, desde una mirada sosegada, tiene algo de neorrealismo, en el sentido que no hay trampa ni cartón. Enfrentarse a eso, para el espectador, es de inicio desconcertante, como si una luz le deslumbrara, hay que habituar las pupilas a esa realidad.

Ya en ese contexto y en ese tempo, se desarrolla una aventura emocional. Bastan las repeticiones de encuadres para que un simple giro de cámara tenga el impacto de un verso, para que el gesto de un actor a una velocidad distinta, o la reubicación de los personajes en el encuadre, nos permita acceder a profundidades insospechadas. El alma de esta muchacha, que adora a su padre, que cuida de él, que es tan feliz con lo que tiene, sin pedir más, se va poniendo al descubierto poco a poco, y se comprende su angustia, y se siente, aunque no se comparta. Y lo mismo puede decirse de su padre. El argumento de "Primavera tardía", tan extraño a nuestros días, tiene un peso emocional. Los personajes son la esencia de toda historia, y la manera de Ozu para llegar a ellos es quizá la más transparente del mundo. El genio del director japonés es como el de un prestidigitador. Me conmueve la escena en que padre e hija van al teatro, una escena acompañada por una música que desgarra, con muy pocos planos, con muy pocos cambios, llena de emociones, sin una sola palabra. Ni siquiera hay primeros planos.

Todas las historias significan algo, hasta la más pequeña, hasta la más anodina. Los personajes son la esencia, porque son el vehículo, el transmisor. Y ahí está el camino, ahí está la emoción con la que un tema trasciende. No hay ningún lugar seguro en el mundo, nadie puede refugiarse del tiempo ni de la vida. Ni siquiera el espectador, y menos cuando deja entrar en su cabeza una película de Ozu.
Uma
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