Un náufrago llega a una isla desierta de personas, porque cangrejos, aves e insectos sí la habitan. En primer lugar lucha por sobrevivir, y, después, algo más acondicionado al lugar, tratará de salir de ella en una barca que se ha fabricado con troncos. Sus intentos de hacerse a altamar son vanos, pues algo golpea su embarcación y la desarma; la tercera vez que esto ocurre descubre que la culpable de los desaguisados es una gran tortuga roja...

Película de dibujos animados, sonora, pero sin diálogos. Dirigida por el hasta ahora director de cortos, únicamente, Michael Dudok De Wit, siendo este, por tanto, su debut en el largometraje, si bien con sus cortos ya tiene una gran fama internacional; el titulado 'The Monk and the Fish' fue ganador de un César en 1996 y nominado a un Oscar; 'Father and Daughter', de 2001, obtuvo numerosos premios incluido el Oscar. El director holandés recibió una proposición de Studio Ghibli, en la persona de Isao Takahata (el creador, entre numerosa obra de animación, de las series de televisión 'Heidi' y 'Marco'), para hacer con ellos un largometraje, si bien dejándole a Dudok De Wit toda la libertad de creación. Ese fue el germen de la película que nos ocupa en la que entraron también diversas productoras francesas y belgas para hacerla posible.

En esta obra nos encontramos ante una fábula que destila, y hace aflorar en el espectador, con mucha delicadeza y elegancia, sentimientos muy tiernos, con ligeros toques de humor y momentos de angustia. Nos muestra la armonía, de una manera muy sencilla, existente en el mundo natural (sin que éste sea tratado como un paraíso, pues la naturaleza también, en ocasiones, es muy cruel, según se nos evidencia). Naturaleza en la que también puede integrarse el hombre si se adapta a las condiciones de aquella y se manifiesta respetuoso con ella, incluso, según nos dice este simpático y afable filme, puede ayudar también en el buen devenir de su entorno. 'La tortuga roja' nos indica aún más cosas, además de su exposición ecologista, la familia, la necesidad de nuevos horizontes, la nostalgia... y, por supuesto, el amor también están presentes. Todo lo anterior se encuentra envuelto en magia.

Al no tener diálogos, el sonido de esta película alcanza una mayor importancia y protagonismo, efectos de sonido muy bien logrados. Lo mismo sucede con la música, de Laurent Pérez del Mar, adecuada en todo momento a lo que en la pantalla acontece y con un gran tema central.