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España España · Valladolid
Voto de Marcos B:
8
Drama. Intriga Lila Cassen (Najwa Nimri) era la cantante española con más éxito de los noventa hasta que desapareció misteriosamente de un día para otro. Diez años después, Lila prepara su triunfal vuelta a los escenarios pero, poco antes de la esperada fecha, pierde la memoria al sufrir un accidente. Violeta (Eva Llorach) vive dominada por su conflictiva hija Marta (Natalia de Molina). Cada noche escapa de su realidad haciendo lo único que la hace ... [+]
29 de octubre de 2018
52 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones los colores son inseparables. Sobre todo cuando son la cara y la cruz de la misma moneda, y no se puede comprender un lado sin el otro. Un círculo perfecto y sincronizado, condenado a encontrarse una y otra vez, en distintos lugares, distintas ocasiones, distintos estratos sociales, o incluso cuerpos distintos que comparten la misma mente.

Muchas veces no importa el paso del tiempo, o lo que haya sucedido, con tal de no perder la memoria, engendrando una nueva identidad continuadora. Existen vidas que terminan allí dónde empiezan otra nueva. Y es que intentar olvidar no siempre es suficiente, para disipar nuestras más profundas emociones en conexión con una línea de entidad superior.

Carlos Vermut dirige sin que apenas se note su tercera película. Es capaz de unir tiempo y espacio, manejando distintos personajes, líneas argumentales y distintas voces. La Najwa Nimri más contenida en sintonía con Eva Llorach, mientras los fantasmas del pasado se funden con los presentes. Miedos nunca superados, jamás olvidados, al lado de hijos capaz de detonar o detener las pulsiones más básicas, consiguiendo que la rueda no deje de girar en uno u otro sentido. Esas amenazas teñidas de sangre que se esconden tras cuatro paredes, y esos cristales rotos y postizos de puertas, que igual se abren a veces quedan cerradas para siempre.

Planos dibujados de forma quirúrgica, muchas veces sostenidos y ofreciendo pistas para poder reescribir la trama una y otra vez, y no dejar de olvidar. Jamás olvidar. Todo ello utilizando abundancia de planificación larga, fotografía oscura con trazos experimentales, y música perenne que golpea repetidas veces las distintas capas de nuestros cerebros. Voces distintas, voces iguales; karaokes de costa, escenarios de postín. Juntas, en una permanente espiral que no puede aspirar a otra cosa que no sea a completarse.

Preciosa banda sonora minimalista de Alberto Iglesias, que se esconde entre canción y canción, mientras los colores se tornan Ultravioleta; y de forma inexorable se dejan engullir definitivamente por el devenir y el regurgitar de las olas del mar.

Una preciosidad con un sello único. Una pieza de orfebrería para procurar no olvidar.
Marcos B
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